- Redacción
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- 2018-02-27 14:19:00
María Rozalén es lucha y es magia; libertad y talento en estado puro. Sus canciones inspiran, curan, mueven. Y su pasión –por la música, la tierra, la vida– es tremendamente contagiosa.
'La Puerta Violeta' es un canto al feminismo y la igualdad. ¿Qué significan para ti?
Es mi deseo de abrir una puerta a otro mundo: un mundo mejor. Y eso solo es posible en un mundo feminista. Quiero que la gente entienda el concepto, lo que realmente significa: igualdad. Esta canción también habla de la violencia psicológica, que es la más difícil de ver. Y a mí me parece tan lógico, tan coherente y tan normal que seamos feministas; pero hombres y mujeres. Empiezo a entender que hay un conflicto de conceptos, mucho desconocimiento. La gente ya se empieza a familiarizar con el término, pero es que queda mucho camino...
Y tú no te quedas parada, abres (y haces) camino con tu música...
No concibo otra cosa. Aunque avancemos, siguen asesinando a las mujeres. Y luego está la situación de muchas adolescentes, las redes sociales... Siento que en algunas cosas en vez de ir hacia delante vamos hacia atrás. Es importante entender por qué empezaron las mujeres a agruparse, a querer luchar de verdad por la igualdad. Y hablo de igualdad, no de superioridad. Es totalmente lógico que nos posicionemos, que demos un golpetazo en la mesa. Porque las cosas no son iguales para nosotras, y encima nos matan. Hay que hacer algo.
'Cuando el río suena...' habla de tus secretos más íntimos, de raíces. ¿A qué saben?
Saben a aceite de oliva. El olivo es mi árbol, el árbol de mi tierra [la Sierra del Segura]. Y también saben al tomillo y al romero de sus montes. Mis recuerdos están muy unidos a la gastronomía desde siempre porque mi abuela Ángeles era la pastelera del pueblo. Y me gustan los dulces, pero yo soy más de salado, me encantan las recetas tradicionales manchegas, ¡es que en mi tierra se come fenomenal! Migas ruleras, ajo mataero, atascaburras, rabos fritos, ¡qué buenos!
¿Qué papel juega la gastronomía en la vida de Rozalén?
Para mí lo más importante de la vida es comer, sin exagerar. Es lo que más feliz me hace. En el grupo decimos que hacemos giras gastronómicas, que la música es la excusa, ¡somos supercomilones! Nos encanta probar los platos especiales de todos los sitios en los que tocamos. Adoro cocinar y que me cocinen, no hay ningún ingrediente que no me guste. Hay un montón de platos que me encantan: sobre todo el cuchareo. Una sopa espesita y bien hecha es que me vuelve loca. Y las cremas, la pasta, los canelones, las ensaladas... es que me gusta todo. ¡Hasta la piña en la pizza! [risas].
En torno a una buena mesa pueden surgir grandes ideas... ¿El vino inspira?
Me encanta. Es que una cena de vinos y quesos es de las cosas que más puedo disfrutar en la vida. Un buen vino, en cualquier momento. Pero cuando compongo y escribo tengo que estar muy concentrada. El vino es para disfrutarlo. Para cantar en fiestas sí que me sienta muy bien, por ejemplo. Es alegría de vivir. Y me sienta mucho mejor que otro tipo de alcoholes. El alcohol más fuerte no me gusta. A lo mejor un poquito de ron o mezcal... pero poquito. El vino y la cerveza son mis imprescindibles, los que no pueden faltar en una buena mesa.
Cuéntanos cómo surgió la idea de LeturAlma, ese precioso festival pro-rural en tu tierra.
Es un sueño que tenía. Me he criado en Letur (Albacete) y creo que en los pueblos se adquieren ciertos valores que son más difíciles de adquirir en otros contextos. También surge de la preocupación, porque mi zona es una de las más despobladas de España. Me da una pena tremenda ver cómo cada vez hay menos recursos y cómo está la gente mayor: se van quedando solos, y allí no van familias. Mi idea es llevar un fin de semana de cultura, no es fácil que vaya la gente a ofrecer su arte. Quiero que la gente conozca la zona y se mezcle con la gente del pueblo. ¡A ver si a alguien le pica el gusanillo y se queda!