- Laura López Altares
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- 2018-10-11 00:00:00
La magnética cantautora Virginia Maestro, que desdibujó la etiqueta de 'ganadora de OT' a golpe de tesón, vuelve con 'South', un precioso e íntimo proyecto que ahonda en sus raíces -lanzó el 'crowdfunding' el 3 de octubre-. Nos lo cuenta en la vinoteca Reserva y Cata de Madrid.
A finales de abril lanzaste el EP Roots, tu último trabajo, ¿qué nos puedes contar del próximo?
El proyecto que me traigo entre manos es muy bonito porque voy a trabajar con uno de mis productores soñados: Colin Linden. Produjo dos álbumes de Lindi Ortega, es el director musical de la serie Nashville (que me encanta), ha tocado y grabado con Bob Dylan... es un bluesman de toda la vida, un tipo superentrañable. Después de escuchar el EP de Roots dijo a mi equipo que quería trabajar conmigo y me quedé alucinada. A finales de octubre me voy a Nashville a grabar con él y sus músicos y es un sueño cumplido. Estoy como loca de contenta, ¡y un poco nerviosa!
Tus canciones son muy personales, ¿dónde encuentras la inspiración para componer?
C uando compongo, el reto más grande es dejar de juzgarme a mí misma, conseguir ese estado de relajación en el que conectas con la inspiración, contigo misma. Y es verdad que una copa de vino te relaja un poco, pero yo suelo componer bastante sobria (risas). Es un ejercicio muy potente, buceas en emociones muy fuertes que normalmente tenemos más vetadas –como la rabia o la tristeza–. Por ejemplo, en mi próximo álbum (South) hablo mucho de mis raíces, con el reto añadido de escribir en español conservando la influencia de la música americana.
Se habla mucho de la relación entre el vino y otras artes, como la música. ¿Qué opinas?
L a música tiene el poder de modificar nuestro organismo, nuestras emociones están totalmente conectadas con los sentidos. Tenemos recuerdos asociados a la música, como sucede con los olores. La música y el vino son muy evocadores: cada vino tiene su propio olor, su propia personalidad, como las canciones. Y son muy poderosos: evocan recuerdos, hacen cada instante diferente. Por cómo nos modifican y liberan los sentidos, están estrechamente relacionados. De hecho, yo he participado en festivales que relacionan vino y música [17º Festival Ribeira Sacra o Sonorama].
¿Qué significado tiene para ti la música? ¿Y el vino y la gastronomía?
L a música es el motor de mi vida, la única constante que ha permanecido siempre: determina todos los pasos que voy dando y me motiva a dar la mejor versión de mí misma, me convierte en la persona que soy. Es una filosofía de vida: me lleva a pensar que todo es posible. La música es amor: siento amor cuando estoy encima de un escenario, al compartirla con el público... Es un motor inmenso que tiene mucha y ninguna explicación. Y la gastronomía y el vino también son un arte, y muy importantes en mi vida. En España es donde mejor se come... ¡y se bebe!
Tu disco Blue Bird dio nombre a un vino. ¿Qué sientes al ver tu cara en una botella?
E s alucinante, bastante surrealista. Bodegas Los Pinos [D.O. Valencia] me propuso hacer una tirada exclusiva de su rosado de Garnacha con la portada de Blue Bird [es una preciosa ilustración con la cara de Virginia] y me hizo mucha ilusión, me gusta mucho el vino. Y me siento identificada con el vino Blue Bird porque de alguna manera hay un paralelismo con mi música. El tipo de timbre que yo tengo es cálido, dulce, sutil... poco a poco te lleva a otro estado. Y este vino es muy ligero, suave, dulzón; pero poquito a poco se te queda en la nariz. Es muy refrescante.
Ganaste OT 2008, y la sombra del reality es alargada... Háblanos de aquella etapa.
L as luces de haber ganado Operación Triunfo son muy potentes porque yo conseguí exactamente lo que iba buscando cuando me posicioné en la cola del casting: permanecer el mayor tiempo posible en el programa y un contrato con una multinacional que avalara mi carrera y produjera mis discos. Allí dentro pasan cosas muy buenas y otras más complejas, porque las circunstancias del programa son muy especiales: aislamiento, falta de intimidad... He sido una privilegiada, pero también he tenido que luchar 10 años para quitarme la etiqueta de ganadora de OT.