- Laura López Altares
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- 2019-09-02 00:00:00
La ilustradora María Hesse acaba de publicar 'El placer', un nuevo libro en el que habla de la sexualidad femenina desde una perspectiva reivindicativa y con la exquisita delicadeza que caracteriza su obra.
'El placer' es un libro muy honesto y comprometido, ¿qué ha significado para ti crearlo?
R ealmente ha supuesto un antes y un después para mí porque es la primera vez que me mojo de verdad y que hablo de una cosa tan íntima. El libro parte de una experiencia en primera persona, y aunque no todo es mi propia experiencia porque se entremezcla con muchas conversaciones con amigas, sí que hay una parte mía muy íntima, que es la de la sexualidad. Y además hay un compromiso, un discurso que es lo que yo pienso sobre cómo la sociedad y la cultura han censurado nuestro placer: un libro que iba a ser erótico se ha convertido en un libro crítico.
¿De dónde surgió la idea de hacer este proyecto tan diferente y complejo?
Y o quería hacer un libro erótico para mujeres, o algo relacionado con la sexualidad, pero no me sentía capaz de escribirlo. Ya había escrito Frida, pero era una biografía, y yo soy ilustradora, no escritora. Plantearte un libro desde cero es complicado. Cuando entregué Bowie, me volvieron a preguntar en la editorial sobre mis proyectos y yo seguía con la idea, pero ya no como libro erótico: quería hablar de la sexualidad femenina desde otra perspectiva más reivindicativa. Tenía miedo, pero había madurado la idea durante mucho tiempo y mi editora me dio mucha seguridad.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de 'El placer'?, ¿qué te ha enseñado?
P ara hacer este libro ha sido fundamental leer a otras mujeres y otros libros que hablan sobre la sexualidad femenina. Yo he aprendido mucho sobre mi sexualidad escribiéndolo. Tenía hecho un guión con lo que quería contar, pero el libro cobra vida, sigue su propio camino, uno que no esperabas porque la propia escritura te lo cambia todo. Por ejemplo, la gama de colores varía según lo que quiero contar. El rosa es el símbolo del placer y tiene una simbología muy específica: parto del mito de Adán, Eva y Lilith, y esa iconografía del Paraíso.
¿Eliges a tus personajes o tus personajes te eligen a ti? ¿O quizás una mezcla de ambas?
Y o elegí a Frida, pero de alguna manera me había elegido ella a mí. Es como si siempre hubiera estado ahí, mucho antes de que fuera mainstream. Aquel proyecto fue casual porque yo llevaba a la editorial un álbum infantil, pero les gustó un dibujo de Frida que tenía. Bowie y los clásicos fueron propuestas que me hicieron, pero he elegido a otros personajes, por ejemplo para hacer la agenda de mujeres. De alguna manera he ido forjando poco a poco el camino que quería seguir, y las editoriales y los clientes me buscan por eso que yo hago; es decir, hay una elección mutua.
¿Cuál es tu visión artística del vino?, ¿cómo lo dibujarías? ¿Cabe en un libro como este?
S upongo que le pondría toda mi iconografía, mis ramitas y mis florecitas. Dependería de si es tinto o blanco, llevarían símbolos diferentes: a un blanco le metería unos peces voladores, algo más fresco, y al tinto quizás le metería la serpiente, más de la tierra. ¡Y tengo que decir que he acabado El placer con una copa de vino! Estaba en casa, tan agotada, me serví una copa de vino… y subí una story con ella. Y claro que el vino cabe en este libro. De hecho, hay una parte que habla del placer de cocinar mientras te bebes una copa... ¡entre cocina y copa de vino puede surgir la chispa!
¿Tus ilustraciones estuvieron cargadas de mensaje desde el principio?
L a verdad es que cuando decidí dedicarme a la ilustración nunca me planteé reivindicar nada. Dibujaba para sentirme bien, porque me gustaba, sin ninguna intención de mensaje. Luego me di cuenta de que sin yo quererlo esos dibujos ya iban cargados de mensaje. Y después sí empecé a dibujar una conciencia feminista. No quería ser espectadora, sino que quería involucrarme. No toda la gente que se dedica a esto tiene por qué hacerlo, pero a mí me apetecía ser parte activa del momento que estábamos viviendo, y lo seguiré haciendo mientras el cuerpo me lo pida.