- Laura López Altares
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- 2021-02-01 00:00:00
La cantante y comunicadora Sheila Blanco devuelve la voz a las autoras de la Generación del 27 en el emocionante proyecto 'Cantando a las poetas del 27' y divulga la historia de los compositores clásicos en sus virales #Bioclassics.
¿Cómo nace la idea de recuperar el legado de las históricamente olvidadas escritoras del 27?
Mi compromiso llegó casi sin darme cuenta. Después de conocer su existencia, en gran medida por los documentales y libros de Tània Balló, me emocioné con estas mujeres y decidí que mi manera de aportar mi granito de arena para darlas a conocer era musicalizando sus poemas y dándoles voz. Este segundo proyecto-disco personal me está dando muchas alegrías porque la gente que lo escucha realmente se queda con ganas de leer a estas mujeres, de conocerlas mejor. Además, me gusta mucho haber entrado en una vertiente literaria, soy una enamorada de los libros.
¿Cuál es la fórmula para que los Bioclassics despierten el interés de tanta gente por la música clásica?
Es sencilla, pero creo que muy completa. Primero pienso en el compositor o compositora que quiero convertir en Bioclassic y elijo una obra suya icónica y que sea lo más cantable posible. Después me documento y recurro también a los recuerdos de mis clases en el Conservatorio, cuando estudiaba piano clásico y bel canto (me parece muy importante que mis impresiones personales y mis gustos estén reflejados en las letras). Luego me pongo manos a la obra a escribir el Bioclassic con una intención claramente didáctica, lúdica y breve. Ahora barajo varios proyectos muy bonitos con ellos.
¿Qué experiencias musicales han marcado tu vida?, ¿qué te da el jazz que no te den otros géneros?
Toda experiencia musical ha dejado huella en mí, he intentado aprender de todo lo que me ha ocurrido, de los momentos buenos y sobre todo de los malos, de cuando las cosas no me han salido como esperaba, es ahí cuando más he aprendido.
Y el jazz [en el que se ha volcado durante años] para mí es escucha e improvisación, es un género que te permite ser tú misma, sin tener que cantar de la misma manera todas las noches. Es un estilo musical que recomiendo a todo el mundo para que abra su mente a otras armonías, ritmos y maneras de interpretar.
¿A la sociedad le falta cultura musical? Háblanos del vértigo de lanzarte a por el gran sueño...
Sí, siempre falta cultura musical. La sociedad lleva años educándonos en un sistema homogéneo y demasiado polarizado, los que escuchan esto no escuchan lo otro. Hace falta más diversidad, más accesibilidad. Más.
Y es curioso, pero el vértigo me vino al pensar que llevaba ya unos años trabajando como periodista y mi tiempo para probar suerte en el mundo de la música pasaba... Fue un alivio dar el paso, atreverme a probar, dejar mi trabajo en la radio y dedicarme las 24 horas del día a estudiar, cantar, componer, grabar y tratar de vivir de la música.
¿Qué esperas de este 2021? ¿A qué o a quién te gustaría dar voz en el futuro?
Creo que va a ser un año muy creativo, aunque quizás con menos conciertos de los que me gustaría; confieso que todavía no veo muy bien la luz al final del túnel. Intento tener muy presente que quiero acercarme más a mí misma, a lo que sienta en ese momento, a darle voz a aquello que me emocione. Siempre estoy dándole vueltas a cómo divulgar a las mujeres injustamente borradas de la Historia, en cómo reseñarlas y posicionarlas en el lugar que se merecen. Aún no tengo nada concretado, pero sería interesante dar visibilidad a compositoras de épocas pasadas y presentes.
¿Tiene el vino musicalidad?, ¿a qué suenan tus vinos favoritos?
Esta pregunta me recuerda el concepto de sinestesia, que es la cualidad de unir dos sentidos como podrían ser en este caso, el oído y el gusto. ¡Me chiflaría tener esa cualidad! Para mí, el vino suena mucho a jazz y a folclore, a la música de la tierra, de la fiesta, de los cantos con familia y amigos, a celebración. Creo que, con conocer un poco sobre del proceso de elaboración del buen vino y sobre todo tener la posibilidad de probarlo, no se puede negar que el vino es arte, es tradición y sobre todo es un lujo poder saborearlo y que forme parte de nuestra cultura.