- Laura López Altares
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- 2021-03-03 00:00:00
El periodista madrileño de raíces manchegas, con más de 30 años de experiencia en los medios de comunicación, compagina su labor en TVE con la de secretario general de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino.
¿Cómo has vivido la vorágine informativa de este último año, tan duro y loco?
Ha sido muy complicado: nadie va a olvidar 2020, y seguramente 2021 tampoco. En mi caso, la sensación de llegar a una redacción vacía era terrible. Tenías que maquillarte tú solo, entrar en vestuario con unas medidas de seguridad tremendas... Sobre todo recuerdo ir y venir de trabajar con una imagen de Madrid gélida, absolutamente arisca en todos los aspectos. Y luego el contenido. Porque tú lo que estabas contando todas esas noches eran unas cifras, y detrás de esos números hay personas y tragedias, una detrás de otra. Se hacía muy duro.
¿Hasta qué punto te ha cambiado la vida trabajar las madrugadas del fin de semana?
Implica muchos sacrificios: tienes que ser muy disciplinado con tus horarios personales y eso significa hacer muchos sacrificios también para la familia y, por supuesto, en la vida social, de la que ya ni me acuerdo [risas]. Aunque lo suplí hace años creando mi pequeño mundo, que no es otra cosa que intensificar las aficiones que siempre había tenido. Soy un enamorado de Madrid, me la pateo siempre que puedo, ¡y por supuesto el vino! Leo, hablo con los que realmente saben, voy a muchas catas... Tienes que hacerlo en solitario también, pero tiene sus satisfacciones.
¿De dónde viene tu pasión por el vino?, ¿qué zonas vinícolas son las que más te emocionan?
Mi familia es de La Mancha, y de ahí me viene la afición. Mi padre, modestamente, tenía unas cuantas viñas y de pequeño me llevaba a la vendimia, ¡aunque yo lo odiaba! Pero llega un momento en el que te paras y dices: la viña forma parte de mí, la llevo dentro sin darme cuenta, me ha rodeado siempre. Obviamente en La Mancha lo están haciendo maravillosamente bien; pero los vinos generosos de Jerez me fascinan, me parecen uno de los mayores tesoros que tenemos en este país y me entusiasma hablar de ellos (aunque me considero un novato).
¿Cuál es la estrategia de la AEPEV para que la cultura del vino esté cada vez más presente?
Nuestro objetivo es sencillo, pero muy ambicioso: intentamos hacer llegar de la mejor manera posible que el vino es cultura en todos sus aspectos, y estamos luchando desde hace algunos años para que sea declarado Bien de Interés Cultural. Intentamos aprovechar toda nuestra potencialidad como periodistas y escritores para poner, dentro de nuestras posibilidades, nuestro granito de arena para que cuando la gente se sirva una copa de vino sepa lo que va a tener en sus labios: toda la historia, riqueza cultural y todo el esfuerzo que hay en ese sorbo.
¿Qué podemos hacer desde los medios para darle al sector del vino el valor que merece?
Si hay algo que vertebra este país es la cultura del vino, y como periodistas estamos obligados a contarlo. Es muy difícil ver información agrícola en un telediario, parece que la información está hecha solamente para la gente que vive en Madrid, o en las dos o tres ciudades principales; pero es que en septiembre y octubre, por ejemplo, lo que está haciendo la mayoría de este país es vendimiar. Y vivir ajenos a esto es un error. Hay que admitir la realidad, amarla, cultivarla (nunca mejor dicho), potenciarla y, como periodistas, extender esa cultura.
Como apasionado de los vinos españoles, ¿qué opinas del momento que atraviesan?
Creo que nunca se ha hecho ni bebido mejor vino en este país que ahora, y a veces se nos olvida lo que tenemos. Es impresionante el esfuerzo que se está haciendo (a veces no reconocido) por recuperar variedades perdidas, por sacar el vino de nuestras fronteras, para que las denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas tengan cada vez mayor fuerza, para potenciar el enoturismo... Estamos viviendo una época dorada, fantástica, y debemos potenciar todo lo que rodea al vino (su vinculación con la gastronomía, por ejemplo).