- Laura López Altares
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- 2021-11-02 00:00:00
El carismático escritor riojano Andrés Pacual ha encontrado en su tierra, la Rioja Alta, la fórmula perfecta para sus historias: esa turbadora mezcla entre el ambiente idílico de los viñedos y el dramatismo del thriller.
¿Crees que los nacidos en La Rioja están marcados con cierto hedonismo vital?
Como riojanos, llevamos en la sangre no solo el vino, sino todo lo que lo envuelve y forma parte de este escenario único. Viñedos que parecen las olas de un mar apacible, necrópolis ancestrales en mitad de los campos, antiguas tradiciones como el rito de los Picaos (la cofradía cuyos miembros se flagelan hasta la sangre siguiendo un ritual documentado hace 500 años)... Y sí que es cierto que el convivir con esta riqueza y diversidad nos entrena a disfrutar en plenitud de cada instante y de cada oportunidad que nos brinda la vida.
Cuentas que un día, de repente, comenzaste a mirarla con los ojos del nuevo viajero que se fascina...
Llevo años trabajando interiormente para mirar el mundo con mente de principiante: sin prejuicios, sin expectativas, no pensando en lo que quieres o esperas ver, sino simplemente mirando con atención plena lo que tienes delante. Esta actitud te permite ver maravillas en cada rincón, vayas donde vayas. Pero en el caso de mis novelas ambientadas en La Rioja, me serví también de la mirada del personaje de ficción, que es el padre de un niño con una enfermedad rara que llega a La Rioja desde Canarias para el que el universo vitivinícola es completamente desconocido.
El mundo del vino te ha servido de inspiración para algunas novelas: ¿qué aporta como personaje?
Para explicarlo, puedo utilizar unas palabras que dice Mencía, el personaje de la abogada en A merced de un dios salvaje: "Todo lo que haces, así como todo lo que has hecho hasta ahora a lo largo de tu vida, tiene que ver con tu pueblo. Si en esta comarca somos lo que somos es porque unos y otros, aunque vivamos vidas separadas, y problemas separados, y sueños separados, incluso aunque a veces tengamos nuestros conflictos y nuestras peleas, nos sentimos conectados por las raíces. En lo más profundo nos abrazamos y nos protegemos y nos ayudamos".
Háblanos de sus escenarios, protagonistas de la ruta turística y literaria 'La Rioja, paisaje mágico'
Me decidí por el paraje mágico que discurre entre Rivas de Tereso y Peciña, dos aldeas muy pequeñas rodeadas de lagares antiquísimos y cuevas de ermitaños, y hasta con una ermita románica, Santa María de la Piscina, que fue mandada construir por un caballero que estuvo en las Cruzadas. Como autor, era un sueño. Cualquier escritor de thrillers del mundo querría un escenario así. Y, en cuanto a San Vicente de la Sonsierra, también imaginé cómo sería verlo por primera vez, alzado en un cerro y coronado por su iglesia y las ruinas de un castillo de otros tiempos.
¿Podrías profundizar en esa comparación fascinante entre las bodegas y los seres vivos?
Tengo la fortuna de contar con buenos amigos bodegueros que me abrieron sus puertas para sentir en profundidad la doble cara de todas las bodegas centenarias de Rioja, que por la superficie son todo sofisticación y belleza, mientras que en las profundidades tienen esas redes de calados repletas de silencio y oscuridad. Digo que es una metáfora del ser humano porque todos albergamos un cielo y un infierno, y es responsabilidad de cada uno el habitar uno u otro. Pero para ello primero necesitamos conocer ambas caras de nuestro ser, abrazar la sombra como parte de nosotros.
¿Seguirá el vino hilado a tus próximos proyectos?, ¿nos puedes desvelar alguno?
Después de escribir A merced de un dios salvaje, que dediqué a la parte rural y más tradicional de los vinos de Rioja, tenía claro que necesitaba escribir otra novela que abordase la parte más sofisticada del enoturismo, localizada en una bodega de la capital. Fue así como nació El beso del ángel, que, sin ser una continuación, cerraba el círculo. En el futuro… ¡quién sabe! De momento, estoy disfrutando muchísimo compartiendo nuestra cultura del vino en charlas e iniciativas como las que promueven la FEV y el Instituto Cervantes, que me están llevando por diferentes países.