- Laura S. Lara
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- 2022-05-30 00:00:00
Vino y literatura están unidos por el esfuerzo, la pasión y el placer. Así lo expresa la autora de 'El tiempo entre costuras' en la nueva campaña de Ramón Bilbao, 'El viaje comienza aquí'.
Está claro que el mundo del vino te inspira, pero ¿qué significa para ti?
El vino me ha gustado siempre, desde muy joven. Como bebedora, porque a mi padre le gustaba mucho el buen vino y yo lo heredé, pero también como aficionada. Me encanta investigar, probar cosas nuevas y recorrer bodegas. He hecho muchos viajes de vino antes de que se pusiese de moda el concepto de enoturismo. Desde lugares tradicionales como Rioja o Ribera del Duero hasta Jerez, Burdeos o zonas de La Mancha menos conocidas. Tengo la suerte de que a todo mi entorno, mi marido, mis amigos, le gusta el vino. Ellos son buenos conocedores, yo soy buena degustadora.
¿Qué tienen en común, según tu experiencia, el vino y la literatura?
No es tanto lo que tienen en común, sino lo bien que se complementa una cosa con la otra. La escritura es un placer trabajoso, la lectura es un placer absoluto y los buenos vinos también son muy placenteros. Beber un buen vino leyendo un buen libro es el maridaje perfecto. Por eso, cuando Ramón Bilbao me invitó a participar en esta campaña, que se adentra en el camino que nos lleva a ser quien de verdad queremos ser, me pareció que esa idea de viaje interior también era muy literaria, que no estaba tan separada de mi ámbito. Es la razón por la que decidí sumarme a la aventura.
En la imagen que tus lectores nos hacemos de ti escribiendo, ¿ponemos una copa de vino?
Por supuesto, aunque más que a la hora de escribir, me pongo un vino después, como recompensa por el trabajo bien hecho. Soy una firme defensora de los vinos españoles, y me gustan todos, tintos, rosados, los jereces, por supuesto. Depende de la época del año, de la hora del día, incluso de dónde esté. Me encanta el vino blanco, pero en invierno me apetece menos, en esa época bebo más tinto. En verano sí, soy muy de blancos. Pero hago una cosa por la que me regañan mucho, que es echarle un cubito de hielo a la copa. Pero somos muchos los que lo hacemos ya, así que creo que no pasa nada [Bromea].
¿Cómo fue tu experiencia con los vinos de Jerez para escribir 'La templanza'?
L os jereces son vinos muy singulares, pero a mí me han gustado mucho siempre. Mi familia es de Córdoba y me siento muy cercana a Andalucía, particularmente a la zona de Cádiz. Antes de escribir La templanza, cuya trama refleja el Jerez del siglo XIX, yo ya conocía bien las bodegas jerezanas, pero tuve la suerte de que, cuando empecé a escribir el libro, me abrieron todas las puertas y me recibieron con los brazos abiertos. La primera que visité fue González Byass, y la experiencia fue maravillosa. La gente de Jerez es hospitalaria y respetuosa, se volcaron tanto con el libro como después con la serie.
¿Tus personajes literarios han heredado también tu pasión por el vino?
Me gusta que mis personajes tengan esa necesidad casi orgánica de acompañar los eventos de su vida, los más tristes y los más felices, con una copa de vino. Igual que hago yo. Todas mis novelas, por una cosa o por otra, están conectadas con el vino. La idea de Misión olvido nació de un viaje al valle de Sonoma, en California. Descubrí que fueron los franciscanos españoles los que a finales del siglo XVIII y principios del XIX llevaron las uvas a esta tierra durante sus misiones. Plantaron cepas para elaborar vino de consagrar y sembraron el comienzo de la tradición vitivinícola californiana.
Si tuvieras que ambientar tu próxima novela en otra región vinícola, ¿cuál sería?
La mayoría de mis novelas incorporan viajes. Ya sean los de los personajes o las tramas narrativas, y normalmente escribo sobre sitios que ya conozco. Pero también me gusta, una vez que voy escribiendo, volver a ellos. Hay grandes tierras de vino por el mundo con vinos maravillosos, pero yo suelo buscar siempre los españoles. Tengo muchas ganas de descubrir Montilla-Moriles. Mi abuelo siempre tomaba un vino fino de la zona que se llamaba Ana María. Me gustaría tomarme unos días para ir con tranquilidad y conocer mejor esa zona que, de alguna manera, tengo en deuda con mi familia.