- Redacción
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- 2011-04-01 09:00:00
El novísimo término ‘enoturismo’ ni siquiera aparece en el diccionario, pero es ya una atractiva actividad en alza impulsada por bodegas y zonas vinícolas. Menos aquí, en Arzuaga, donde el proceso ha sido al revés: primero fue el placer, la naturaleza, la escapada, y después llegarían la bodega, los vinos, el hotel. Ahora son un todo que mantiene intacto ese espíritu
Antes que el hotel, el spa con tratamientos de vino, e incluso que la bodega, estos parajes, el limpio secano de cielos siempre azules a la orilla del río Duero eran la escapada de su propietario, Florentino Arzuaga, que hace más de un cuarto de siglo reunió para solaz una enorme finca. La Planta es un canto a la naturaleza donde bajo los pinos y las sabinas hozan a sus anchas los jabalíes y los muflones, y donde al final de verano atruena la sobrecogedora berrea de los ciervos que ahora, en primavera, se convierte en el paso calmo de ciervas preñadas y el tambaleante de las nuevas crías.
La Planta hace ya décadas que es también un espléndido viñedo. Era inevitable, en la milla de oro de la Ribera del Duero. La bodega está entre las pioneras de la actual Ribera del Duero, y el hotel fue una avanzadilla de enoturismo de calidad, un 5 estrellas que ha ido creciendo en confort y con la oferta de un wine spa asomado al viñedo.
Un baño de vino
La inauguración de ese espacio privilegiado, pensado y realizado con conocimiento y generosidad, fue un día grande para la bodega y la denominación de origen. Era el verano de 2009 y la noche se hizo día a base de luces y fuegos artificiales y del brillo de los asistentes y de las autoridades locales. El hecho lo merecía, como siempre merece una visita, un fin de semana de relax o un tratamiento hasta que el antioxidante y rejuvenecedor resveratrol haga su efecto.
El Vino SPA Arzuaga es un complejo termal que reúne en un cuidado espacio las virtudes de los balnearios tradicionales y las más actuales técnicas de bienestar. Especializado en vinoterapia, alberga tratamientos completamente naturales, ya que los productos utilizados provienen de los viñedos plantados en la zona. Y tambén de la firma cosmética Germaine de Capuccini, especialista en creación de productos para balnearios. Con capacidad para acoger con pleno confort a 80 personas, cuenta con una zona dedicada a tratamientos especializados como aromaterapia, cromoterapia, duchas vichy, sala de masajes, vinoterapia o la sala de relax. También dispone de baños turcos, sauna e incluso de un gran jacuzzi cubierto.
La otra zona se compone de cuatro áreas en las que se puede disfrutar de hidroterapia, laguna de sal, cascada de hielo, jacuzzis, tumbonas burbujeantes, camas de agua, saunas variadas y todo lo que el ingenio ha desarrollado para el relax.
Parada y fonda
El Hotel Arzuaga nació en el año 2000 y sorprendió en la zona por la calidad de sus instalaciones calificadas con 5 estrellas. La última ampliación ha aumentado la capacidad hasta 96 nuevas habitaciones dobles, con lo que el hotel ha quedado dividido en dos zonas: una más clásica, con habitaciones y salones de decoración más rústica, y otra más moderna, de estilo minimalista, más urbano y depurado, donde destaca la espectacular Gran Suite de 250 metros cuadrados, dos nuevos salones, una moderna cafetería con vistas a los viñedos y una terraza chill out que ocupa el ático de la bodega.
Pero el cuidado del cuerpo no acaba en ejercicio y relax, sino que aquí es fundamental la incursión en la mesa, en un restaurante atento a lo local y la modernidad y, en la copa, todo el catálogo de vinos que crece bajo el rótulo Arzuaga: Amaya 2007, Reserva 2006, Crianza 2008, Gran Arzuaga...
Se basan en el viñedo que empezaron a plantar en 1987 y que ocupa los terrenos más altos, las orientaciones más soleadas y los alrededores de la bodega. La mayoría es Tinta Fina, con un aporte de Cabernet Sauvignon y de Merlot. A eso se suma algo de uvas blancas para el Fan D’Oro y el Txapana y alguna uva comprada a viticultores expertos, de viñedos viejos cultivados en vaso y con muy bajo rendimiento.
Y al día siguiente, una visita a la finca y los viñedos, y unas lecciones de cata, y un nuevo menú, y masaje, y... En fin, el placer en torno al vino.