- Redacción
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- 2008-06-01 00:00:00
Empieza la mañana como sin salir del sueño, como en otro mundo donde las campanas son el solemne despertador o algún gallo da los buenos días. Quien duerma en La Aceña o en Las Claras escuchará además, al abrir la ventana, el ritmo del agua saltarina. Es la Ribera del Duero y, junto al río, se despereza otra jornada en torno a lo que mueve la economía, la vida, el trabajo y buena parte de la historia local: el vino. Para conocerlo y disfrutarlo a fondo, una de las bodegas más orientadas al enoturismo es Emina. El esplendor de la primavera la ha engarzado en una alfombra verde y hace brotar en su puerta los primeros pámpanos del jardín de cepas donde se reúnen 70 variedades de uva vinificable de todos los continentes. El edificio es moderno, pero de aspecto clásico, y su interior es sorprendente, claro, cristalino, con espacios que se multiplican más allá de las puertas y los muros, con visiones insólitas de una nave de elaboración, escorzos de los depósitos de acero, perspectivas impresionantes de las barricas alineadas a notable altura... incluso de la sala de embotellado, un fanal que oculta, descarada, la primera visión del patio, una arista del claustro. La bodega abierta Aquí no hay secretos ni rincones escondidos. Todo está pensado para que los visitantes, los huéspedes, compartan y se integren en el espacio del vino. Y así cada grupo puede elegir ámbito y actividad. Unos llegan durante el fin de semana para lo que parece más lógico, un curso de cata que se celebra siempre que se reúnan más de ocho alumnos, es decir, siempre. Otros vienen a celebrar un homenaje o el final de un congreso con 800 participantes y comparten almuerzo en las mesas bien vestidas que ocupan el espacio en torno al botellero, y antes un aperitivo deambulando a sol y sombra en el patio central. Unos y otros han recorrido en el piso de arriba la galería dedicada a interpretación del espacio vinícola, desde el viaje por la prehistoria y los restos del poblado de los Vacceos hasta el paso a paso por las labores del vino, los utensilios, los estilos... Emina pertenece al Grupo Matarromera o, lo que es lo mismo, al imperio del polifacético Carlos Moro, que tras profundizar en otros campos volvió a sus lares, a la casa natal de Olivares, y desde allí se ha afincado en cada denominación de origen castellana: otra Emina, en Rueda, junto a la que se extienden los olivos de picual para su aceite, Matarromera, Rento y ésta en Ribera del Duero, Cyan en Toro y Valdelosfrailes en Cigales. Y el grupo no se acaba en el vino, es únicamente el sólido pilar de un ciclo que aprovecha los orujos para la destilería de aguardientes -los Esdor natural, de hierbas, piñones o rosal silvestre-, que extrae los polifenoles de la uva para la línea de cosmética y, como guinda ecológica, su planta de energía se alimenta de la biomasa del viñedo y el olivar. Merece la pena un recorrido concertado con comida en el restaurante de la bodega, La Espadaña, y alojamiento en una casita rural de su propiedad o en dos o tres hoteles exquisitos, La Aceña, Las Claras y su spa en Peñafiel tras visitar hitos del arte y la historia como el vecino convento de San Bernardo, sede de Las Edades del Hombre. Todo está pensado, reposo y visitas, sea cual sea el tiempo, el evento o las preferencias. Bodegas Emina Ctra. de San Bernardo s/n 47359 San Bernardo (Valladolid) Tel. 983 683 315 enoturismo@emina.es / www.emina.es FUENTE DE LA ACEÑA camino del molino s/n 47350 Quintanilla de Onésimo (Valladolid) Tel 983 680 910 www. fuenteacena.com CONVENTO DE LAS CLARAS SPA Plaza adolfo Muñoz Alonso s/n 47300 Peñafiel (Valladolid) Tel 983 878 168 www.hotelconventolasclaras.com MUSEO DEL VINO Castillo de Peñafiel Tel. 983 881 199