- Redacción
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- 2008-10-01 00:00:00
Las rutas gastronómicas y enoturísticas dibujadas en cuatro exquisitos catálogos son una deliciosa excusa para adentrarse en caminos verdes, en aromas de bosque, en el espectáculo mudable del mar, en el dramatismo inconmovible de la montaña y en la calidez de las gentes que conforman la inconfundible personalidad de Asturias. Cada parada es una experiencia inolvidable, cada recodo del camino, un cuadro que queda impreso en los ojos y en el corazón. Cualquier puerta es buena, desde Galicia por la costa, desde León por los Barrios del Luna o el Puerto de Pajares, desde Cantabria por los Picos de Europa o las playas de Llanes... Da igual, adentrarse en Asturias es traspasar la frontera del tiempo hacia un paraíso que no está perdido. Para vivirlo sólo requiere calma y los sentidos de par en par. Todos los sentidos, empezando por el gusto. Ésa es la tentadora sugerencia que la Consejería de Cultura y Turismo del Principado titula Saboreando Asturias, una oferta sustentada en cuatro puntales tan sólidos como sus sidras, los quesos de Cabrales y Afuega’l Pitu o los renovados vinos del Narcea. De la naturaleza a la mesa El primer paso es dejarse acariciar por el aire húmedo y perfumado de sal, de bálsamos del bosque o de la eléctrica mineralidad de la montaña. Y entonces, bien dispuestos, seguir a capricho cualquiera de los cuatro catálogos que detallan naturaleza, historia e hitos del camino. Catálogos que se abren con el aperitivo de guiones cinematográficos de directores asturianos, parodias de títulos míticos, preñados de humor y originalidad: Hasta que llegó su sidra, Desayuno con Cabrales, El Código Afuega’l Pitu, y Los señores del Vino de la Tierra de Cangas. Por razones obvias, elegimos como primer plato la ruta del vino, desde el bosque de Muniellos, en el suelo regado por riachuelos bordados de musgo, en los inquietantes sonidos de los pasos del oso, de los corzos, de los urogallos... En los claros altos aparecerán los primeros rodales de una viña que llegó a cubrir 2.000 hectáreas y hoy, con 70, es la D.O. más pequeña de España. En el Concejo de Cangas del Narcea se documenta el cultivo de la vid desde el siglo IX. Sus vinos de consumo doméstico adquieren fama cuando los benedictinos fundan el convento de Corias y en él una bodega, Monasterio de Corias, que recientemente, ya en el siglo XXI, han desempolvado unos visionarios bajo la dirección técnica de Juan Redondo. Rescataron la polvorienta cava y la memoria de cinco hectáreas de viña invadidas por castaños, cincelaron nuevas y cuidadas terrazas y, bendecidas por el Padre Patxi, uno de los siete frailes que hoy componen la congregación, crecieron la Mencía y otras variedades blancas. Han sido los primeros en elaborar blancos y también pioneros en la crianza, con tan buen resultado que ahora todos sus tintos pasan por barrica. Y han tenido que construir una nueva bodega de elaboración, al lado, porque el impresionante edificio se está transformando en el mayor parador de España. Paseo enoturístico Otra bodega de puertas abiertas en la vecindad es Bodegas del Narcea, de 70 socios, entre viticultores y hosteleros, que elaboran Pesgos. El flamante edificio, vanguardista y cristalino, diseñado por un arquitecto local, José Ramón Puerto, que la vistió de cálida madera. Las viñas de variedades locales como Carrasquín, Verdello, Albarín negro y blanco, se salpican en pendiente, sobre suelo de pizarra de esquisto y se divisan, aquí y allá, desde el Paseo del Vino que a lo largo del río conduce hasta el Lagar de Santiso, un poblado colorista, restaurado con primor, donde Antonio Menéndez guía con entusiasmo y con el conocimiento recibido desde sus bisabuelos por el Museo del Vino. La casa ha cumplido 138 años, pero la prensa, que fue comunal, tiene más de 500 y en torno a ella se exhiben la cerámica negra típica de la zona, cachos (tazones para vino) de cerezo o abedul, recipientes de medida y documentos que dan cuenta de los protagonistas y la edad de oro del vino de Cangas. la sidra, más que un culín La bebida de la zona es, por supuesto, la sidra, que ocupa, más que una ruta, más que la Comarca de la Sidra, un recorrido por toda la geografía asturiana. Desde los valles del Eo y los sabores marinos de ostras, almejas y navajas, a los primitivos castros del parque de Navia, o las brañas y el Museo del Oro de la Comarca Vaqueira, las eternas playas de Cudillero, la remozada Avilés, el espectacular Cabo Peñas, la vital y cultural Gijón, donde merece una visita el vanguardista Llagar de La Nozala, en Porceyo... O por el Camín Real de la Mesa, en bici, a lo largo del antiguo tren minero, hacia la vía romana de Aller y las maravillas del prerrománico de la ciudad de Oviedo. Pero el paraíso sidrero se concentra en el Festival y el Museo de Nava y en torno a la ría de Villaviciosa, donde nació El Gaitero en 1882, que ahora se renueva con tragos elaborados por el método champenoise, y donde Celestino Cortina apuesta por sidras de nueva expresión en un precioso lagar de aire moderno. Llanes, en la costa, ofrece un refugio entre manzanos en el hotel rural Cuartamenteru, en la pomarada Huerta del Pino. Y si de refugios se trata, Asturias ha sabido sacar brillo a casas de aldea y casonas en cada uno de sus rincones, como el coqueto y acogedor Palacio de Cutre, entre el mar y la montaña, con su capillita, la torre y la plácida vista sobre el valle del Piloña. Un rincón para olvidar el tiempo y restaurar el alma. la artesanía del queso Cabrales no es sólo un queso, sino el espíritu de la montaña asturiana. Para contemplarla, más allá de Arenas, un vertiginoso teleférico la sirve en bandeja en todo su esplendor. Y aún más arriba, en Sotres, hay que adentrarse en su corazón, en la cueva donde maduran los quesos de Rogelio Campo, los que cada mañana elabora a mano su mujer, María Eugenia, y en la oscuridad y el tiempo se visten con el color y el intenso aroma inconfundible. En el museo Cueva de Arenas se explica minuciosamente el proceso en un viaje inolvidable. Afuega’l Pitu es otro de los hitos queseros, en la zona oeste, por ejemplo en Espina, donde la activa cooperativa Agrovaldés ha estrenado una quesería artesanal y Cristina y Avelina moldean la leche de 50 cabezas de vaca frisona y asturiana, como toda la vida, como cuando cada casa se lo daba a probar a sus pollos y, si se ahogaban, es que tenía la consistencia perfecta, de ahí el nombre (“ahoga el pollo”). La saga de alojamientos y mesas memorables, de monumentos, fiestas y encantos que jalonan el camino es infinita y la selección que recogen los catálogos de las rutas son la mejor guía, adaptada a las aficiones y el tiempo de cada viajero. Y la conclusión es que hay que volver. Una y otra vez. Ruta del Vino Cangas del Narcea Bodega Monasterio de Corias www.bodegamonasterio.com Bodega Pesgos Tel. 985 813 103 Viñedo Bodegas la Muriella Tel. 985 911 097 Bodegas y Viñedos Obanca www.obanca.com Museo Etnográfico del Vino (Santiso) Parque Natural Fuentes del Narcea Ruta de la Sidra Sidra Cortina (Villaviciosa) www.sidracortina.com Pomarada Huerta del Pino (Poo de Llanes) www.cuartamenteru.com Valle, Ballina y Fernández (Villaviciosa) www.gaitero.com Asturiana de Vinos (Porceyo) www.asturvisa.com Reserva de la Biosfera Oscos Ría de Villaviciosa Oviedo, Gijon, Comarca de la Sidra Ruta del Cabrales Quesería Francisco Bada (Tielve) Quesería Los Puertos (Poo) Quesería Rogelio López Campo (Sotres) Ecomuseo Cueva del Quero (Las Arenas) Parque Nacional Picos de Europa Cueva y Basílica de Covadonga Aula de la Miel, Descenso del Sella... Ruta del Afuega’l Pitu Quesería Valle del Narcea (Tineo) Artesanal Agrovaldés (La Espina) Artesana La Figar (La Foz de Morcín) Tierra de Tineo (Tineo) Parque Natural Ubiñas-La Mesa Parque Natural de Somiedo Paisaje Protegido Cuencas Mineras Senda del Oso, Museo Vaqueiro