- Redacción
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- 2010-03-01 00:00:00
Hace tres siglos, unas cuadrillas de canteros gallegos aplicaron lo mejor de su fuerza, su valor y su conocimiento en las profundidades de la Rioja Alta. Su obra sigue allí, en los calados laberínticos de la bodega de Paternina, y en el reconocimiento que la marca les ofrece con esas bandas azules inconfundibles que hacen referencia a la bandera de su tierra. Ése es el principio de la historia... La ascensión desde la bodega de elaboración en Haro, eficaz y funcional, hasta Ollauri, en la Rioja Alta, es como un viaje iniciático por las arterias del vino de La Rioja. Así lo fue para Carlos Clavijo, historiador y escritor que hace unos días presentaba su novela El hijo de la vid precisamente en el escenario que la inspiró, en la catedral del vino que es la bodega Paternina de Ollauri, museo de historia enólogica, representación viva de arquitectura del vino y, sobre todo, muestra emotiva de lo que ha sido el quehacer fundamental de estas tierras, de su agricultura, de su artesanía, de su gastronomía, su riqueza y evolución. Esas que todo visitante puede absorber in situ sólo con recorrer con los oídos abiertos al susurro del silencio, con los ojos abiertos a la tenue penumbra, los laberintos de piedra que minan el subsuelo de la pequeña villa. Profunda huella de vino Buena parte de esos calados, de ese recorrido entrañable es el patrimonio, la imagen, de la bodega Paternina. La Catedral del Vino fue fundada en 1896 sobre calados del siglo XVII, a 40 metros de profundidad, donde descansan los reservas y grandes reservas de Conde de los Andes. Restaurar las interminables cavas de la bodega centenaria fue un sueño largamente acariciado, una obra complicada, faraónica... e invisible, tan respetuosa con la obra original, con la pátina de la historia, incluso con las estalactitas de la bóveda, que le valió en el año 2005 el Premio Best Of concedido por la asamblea mundial de grandes ciudades del vino. Del botellero a la mesa Así, si la bodega es un joyero para los vinos, de cara a los visitantes es un escaparate, un espacio en el que ejercer la vocación de anfitriones, es decir, el principio del enoturismo. El popular comedor de madera añeja, con las tradicionales patatas a la riojana y las chuletillas, eso sí, regadas con gran reserva, se abre a diario, para los grupos más diversos y festivos. Y enfrente, en la casona señorial, se asoma el precioso restaurante El Conde, donde el jefe de sala y el chef ofrecen una renovada y elegante visión de la cocina basada en materia prima natural y excelente, incluso grandes pescados, aquí, tierra adentro. El comedor, moderno, claro y bien vestido, se asoma a través de una cristalera sobre la secular sala de los tinos y allí se inicia el recorrido, que presenta nuevas fórmulas de visita: Visita y cata comentada todos los sábados y domingos a las 11:00 a un precio de 15 euros por persona. Tras la visita se comparte una cata dirigida por un experto de la bodega para descubrir las diferencias entre los vinos más especiales de la bodega. Otra opción más completa es Visita y Maridaje, los sábados y domingos a las 11:00 a un precio de 20 euros. Se degustan distintos vinos armonizados con las tapas idóneas, una combinación diseñada por el enólogo de la bodega junto con el cocinero del restaurante. Las visitas son gratuitas para los comensales del restaurante. Y quienes acudan las noches del fin de semana encontrarán, como guinda, Ritmos de Bodega, concierto de jazz con saxo, contrabajo y batería que desarrolla un repertorio encantador de estándares actuales y clásicos. La actuación comienza sobre las 22:30 y se prolonga un par de horas que siempre se hacen cortas al espectador. Bodega paternina Reserva Visitas: Tel. 941 31 05 50. enoturismo@paternina.com. Restaurante el conde Sol de la Cabra s/n. Ollauri (La Rioja). www.restaurantelconde.com.