- Antonio Candelas
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- 2015-09-03 17:59:12
Septiembre es el mes más importante del año para las zonas vitícolas de nuestro país. Durante sus treinta días se lleva a cabo la vendimia en numerosos majuelos.
Texto: Antonio Candelas / Fotos: Heinz Hebeisen
Septiembre es un mes en el que el viticultor y el bodeguero están en un estado de inquietud más que justificado, puesto que la fecha de comienzo de la recolección de la uva se decidirá en función de la completa maduración del fruto y de la posibilidad de que durante esta espera algún fenómeno meteorológico ponga en serio riesgo o merme considerablemente la cosecha del año. Esta es una expectación que solo se puede distraer y apaciguar con las tradicionales celebraciones que se viven en todas aquellas comarcas de tradición vitícola. Son unas fiestas en torno al vino en las que los organizadores llenan las agendas de actividades culturales, musicales, deportivas y, cómo no, enológicas: degustaciones, catas comentadas, días de puertas abiertas en las bodegas…
Enumeramos unas cuantas por si os queréis escapar para disfrutar del ambiente que se vive en ellas y de paso saborear los vinos de la zona.
Es en Valdepeñas, municipio que da nombre a la Denominación de Origen, donde se celebra una de las fiestas del vino con mayor arraigo. Su origen se remonta al año 1952, en el que se celebró la Feria Nacional del Vino. A partir del año siguiente empezó a formar parte de las fiestas patronales. Considerada de Interés Turístico Nacional, es una fiesta en la que el vino corre por cada rincón de la localidad, alegrando a oriundos y visitantes. Cabe destacar el maravilloso Túnel del Vino, en el que se puede degustar una gran cantidad de referencias y del que se puede salir con una idea más que formada de los vinos de la región.
Desde Ciudad Real subimos a Logroño para dar fe de una festividad que se celebra desde el siglo XII y que está plagada de momentos cargados de un gran simbolismo. Coincide con la fiesta de San Mateo, el 21 de septiembre, y en ella se puede vivir una de las escenificaciones vitícolas más entrañables. En el paseo del Espolón, niños vestidos a la manera tradicional llevan canastos de la primera uva vendimiada que depositarán en una tina y que será pisada con el fin de ofrecer el primer mosto a la patrona de La Rioja. No hay que dejar de degustar el famoso zurracapote que ofrecen gratuitamente las peñas en sus locales, denominados chamizos.
Dejamos nuestra afamada Rioja para aterrizar en nuestra inimitable Jerez. Allí, como no podía ser de otra forma, se vive una fiesta con auténtico sabor y pasión andaluza. Se homenajea de una forma especial a la figura del viticultor y bodeguero a sabiendas de que son los responsables de un milagro que todas las campañas se produce en sus viñas y catedrales. Este es uno de los mejores destinos para vivir los últimos días del verano, rodeados de buen vino y un ambiente de excepción.
Y del sur a tierras catalanas, donde las fiestas de la vendimia se esparcen por todas sus comarcas casi como si fueran obligatorias o como si formara parte de un rito de buen augurio para la cosecha. Nos detenemos en las que se celebran en Alella. Este año es su 41ª edición y si por algo destaca es por el interés enológico de todas sus actividades. Charlas, catas, visita a bodegas, exposiciones, concursos y muchas actividades más, todas organizadas con mucho gusto y con un objetivo único: cultivar y preservar la cultura del vino.
Estas son cuatro de las fiestas más representativas, pero se nos han quedado en el tintero muchas más que cumplen un papel primordial en nuestros pueblos y ciudades durante el mes de septiembre. Dar la bienvenida a la nueva cosecha y alegrarnos la vida en los últimos días del verano para comenzar el otoño con buen pie