- Diana Fuego
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- 2019-12-03 00:00:00
Los conquistadores romanos se rindieron ante las posibilidades vinícolas de un territorio hechicero y luminoso, arrullado por el mar Mediterráneo. En la provincia de Valencia convergen dos D.O.P. –Valencia y Utiel-Requena– con personalidad propia que cuentan con atractivas rutas enoturísticas: allí moran uvas autóctonas que dan vinos únicos, orgullosos herederos de un largo e histórico legado.
La historia del vino en nuestro país pasa por ese mar generoso y hechicero que es el Mediterráneo, salpicado de aventuras, batallas e innumerables tesoros. Entre los territorios más tocados por su influjo se encuentra Valencia, provincia de luminosas costas y ondulantes montes besada por el salitre, con mayor o menor intensidad, y en cuyos vinos se puede sentir el dulce rastro del pasado. Esas hondas huellas nos llevan hasta la civilización fenicia, que introdujo las primeras cepas en estas tierras, aunque fue en la época de las grandes conquistas romanas cuando la viticultura alcanzó una importancia capital (las numerosas ánforas vinarias que se han hallado en aguas próximas a la ciudad de Valencia confirman la intensa actividad comercial que se vivió en aquellos tiempos). Hablamos de una cultura vitivinícola ancestral que hunde sus raíces en cepas sedientas y amables, cuyo inmenso valor se ha ido avivando con el paso de los siglos en todas las zonas productoras de Valencia. Especialmente durante los últimos años, en los cuales la actividad se ha incrementado y consolidado extraordinariamente, adquiriendo una gran fuerza. Casi tanta como la que despliegan las uvas que habitan la provincia: la estoica Monastrell, la rústica Bobal, la aromática Moscatel de Alejandría, la peculiar Merseguera... variedades autóctonas que se entremezclan con otras foráneas muy bien adaptadas –como la Chardonnay, la Sauvignon Blanc, la Cabernet Sauvignon o la Merlot– y que dan lugar a vinos profundamente mediterráneos. La D.O.P. Valencia, la D.O.P. Utiel-Requena, la D.O. Pago El Terrerazo y la D.O. Pago Los Balagueses los amparan, y con ellos la herencia vinícola de sus visionarios antepasados.
¡Nos vamos de ruta!
Las opciones para sumergirse en la jugosa mediterraneidad de los vinos de Valencia son muy sugerentes y variadas. La Ruta del Vino de la D.O.P. Valencia (su origen se remonta a 1932, y es una de las denominaciones más representativas e históricas del panorama vitivinícola nacional) supone un recorrido por las cuatro subzonas diferenciadas que la conforman: Alto Turia, Valentino, Moscatel de Valencia y Clariano. Los tintos que se producen en la D.O.P. Valencia son equilibrados y carnosos (la Monastrell les confiere intensos aromas a frutillas mediterráneas, como el higo, la fresa o la ciruela); sus blancos, fragantes y afrutados. Con la Moscatel de Alejandría, a la que dedican unas 2.800 hectáreas de cultivo, elaboran auténticas joyas enológicas.
Al adentrarnos en el interior de la provincia llegamos a las tierras fronterizas de la D.O.P. Utiel-Requena, privilegiado enclave estratégico de gran belleza. La Ruta del Vino de Utiel-Requena concede a sus visitantes la ocasión de observar el lagar más antiguo de Europa (2.500 años), atraviesa elevadas cumbres, pasa por el Parque Natural de las Hoces del Cabriel –cruce de caminos entre Levante y La Mancha– y el de Chera-Sot –que destaca por su geodiversidad–, y también conduce hasta los yacimientos del Molón, Kelin o Las Pilillas. En Requena, las Cuevas de la Villa son una parada imprescindible: laberintos subterráneos que han sido usados como bodegas, refugios, almacenes, ¡e incluso osarios! En esta región vinícola, los rosados y los tintos llevan la marca de la original Bobal, aunque los cavas también han adquirido mucho protagonismo en los últimos años. Las diecisiete bodegas que forman parte de la Ruta ofrecen catas y maridajes, la oportunidad de participar en la vendimia y hasta de sobrevolar sus viñedos en globo.
Entre los atractivos de la terreta se esconde la plácida Terres dels Alforins, una suerte de Toscana valenciana (así la denominan algunos) cubierta de viñedos, con las sierras Grossa y de Enguera de fondo. Moixent, La Font de la Figuera y Fontanars dels Alforins conforman un triángulo paisajístico de gran valor agropecuario y medioambiental: en Moixent se encuentra el poblado íbero de la Bastida de les Alcusses, cuna de numerosos descubrimientos arqueológicos, como el Guerrero de Moixent. Además, ofrece una impresionante panorámica desde el cerro. En lo alto de la Serradeta del Bosquet también se puede admirar la Torre dels Coloms, con su aguerrido pasado defensivo. Y, por supuesto, probar los vinos de las once bodegas que forman la Asociación Terres dels Alforins, muchos de ellos elaborados con variedades de uva recuperadas.
Mediterráneo comestible
Lo mejor para acompañar los singulares vinos valencianos es la sabrosa gastronomía de la zona. En su excepcional recetario tradicional hay platos tan suculentos como el arroz al horno, las clóchinas al vapor, el all i pebre de anguila, el arroz a banda, la olleta, los buñuelos de calabaza, la fideuà de Gandía, los pimientos rellenos de arroz, el puchero valenciano, la coca morena, el alcadí... ¡o la inimitable paella valenciana!
Pero además de su famoso arroz, Valencia cuenta con otros productos de muchísima calidad, como los Kakis de la Ribera del Xúquer, el Aceite de Oliva de la Comunitat Valenciana, la Chufa (todos ellos con D.O.P.) o los Cítricos (con I.G.P.).
Valencia es rica en patrimonio histórico y cultural, en paisajes bellos y cambiantes, en manjares mediterráneos, en vinos únicos que hablan de un brillante legado que podéis descubrir en www.enoturismo.comunitatvalenciana.com.