- Redacción
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- 2020-02-28 00:00:00
Las tres provincias valencianas custodian con pasión un singular legado vinícola forjado por el sol y la brisa del mar hace siglos. Son cuatro las Rutas del Vino que invitan a descubrir su patrimonio cultural, histórico y paisajístico, y a disfrutar de su exquisita gastronomía.
El territorio valenciano, hogar de vides desde tiempos remotos, atrajo a diferentes civilizaciones que impulsaron la cultura del vino y transmitieron un legado histórico incalculable. Aquellas viñas que abastecieron de vino al Imperio Romano todavía hoy se dejan mecer por la magnética brisa del Mediterráneo, acariciadas por un sol generoso y casi omnipresente.
De Norte a Sur, desde Castellón hasta Alicante, la Comunitat Valenciana cuenta con diferentes Rutas del Vino que permiten descubrir una atractiva oferta enoturística y una cultura vitivinícola muy especial (tenéis toda la información en www.enoturismo.comunitatvalenciana.com): bellísimos y coloridos paisajes con viñedos de fondo, alojamientos pintorescos, regiones y municipios ligados al cultivo de la vid desde hace miles de años... y vinos muy diversos y singulares. Proceden de microclimas, suelos y uvas diferentes, pero los acuna el mismo mar. Frescos y aromáticos blancos, vibrantes espumosos, jugosos tintos de Monastrell, fondillones eternos, dulces de Moscatel... amparados por cuatro denominaciones de origen: Alicante, Cava, Utiel-Requena y Valencia.
Una compañía insuperable para platos tan suculentos como la paella valenciana, el arroz a banda, la olleta, los capellanets, el all i pebre de anguila, las clóchinas o el bullit. La riqueza y variedad gastronómica de las tres provincias es inmensa, con productos tan excepcionales como los langostinos de Vinaròs, los aceites de oliva de la Sierra de Espadán, las alcachofas de Benicarló, el queso de La Nucía o sus deliciosos cítricos. Una armonía irresistible que descubre al visitante una gastronomía única, pero también un valioso patrimonio natural, cultural e histórico vinculado intensamente a la cultura del vino.
Primeros e históricos pasos
Una bodega bioclimática en la que degustar vinos con sabor a mar, contemplar los restos arquitectónicos de un pasado conquistador, disfrutar de los productos artesanales de la comarca... Castellón, con sus playas paradisiacas, sus imponentes cumbres y su Parque Natural del Desert de les Palmes, es la primera provincia que vamos a recorrer. Algunos de los pueblos más antiguos de la región, herederos del legado ibero y romano, abanderan la divulgación de la cultura del vino desde hace cientos de años: Vilafamés (reconocido oficialmente como uno de los más bonitos de España), Cabanes, Les Useres, Benlloch, Vall d’Alba, Sant Mateu (el Museo y Centro de Interpretación y la Nave de elaboración del vino son dos paradas imprescindibles)...
La Ruta del Vino de Castellón conduce hasta estos encantadores rincones e invita a conocer las interesantes propuestas de pequeños productores, cuyos vinos se acogen a la indicación geográfica Vinos de la Tierra de Castelló. El benevolente clima de la zona abriga variedades autóctonas como la Monastrell, la silvestre Bonicaire o la Macabeo, que dan vinos de autor con una larga historia, siempre bajo el caprichoso influjo de las mareas.
Rumbo al colorido sureste
En Valencia, los viñedos se entremezclan con girasoles, almendros, trigo y olivos que proyectan una explosiva paleta cromática que cambia según la estación. Hay dos rutas del vino que atraviesan la provincia: la de Utiel-Requena y la de la D.O. Valencia, con sus bellos contrastes y vinos con personalidad propia elaborados en muchas ocasiones con uvas de variedades locales recuperadas.
Cinco subzonas conforman la D.O. Valencia: Alto Turia (declarada Reserva Natural de la Biosfera por la Unesco), Clariano, Valentino, Moscatel y Terres dels Alforins. Esta última es una suerte de Toscana valenciana, un pintoresco valle triangular que alberga antiguos pueblos nacidos de la viña con un gran valor cultural y medioambiental: La Font de la Figuera, Moixent y Fontanars, donde se pueden vivir experiencias muy singulares y diferentes a las que ofrece la capital (bodegas urbanas, tapeo con vinos valencianos...).
Utiel-Requena marca la frontera entre Levante y La Mancha, y allí reina la Bobal, la estrella de divertidas y variadas opciones de enoturismo: rutas temáticas, yacimientos arqueológicos (entre ellos, el lagar más antiguo de Europa), naturaleza y aventura en el Parque Natural de las Hoces del Cabriel...
La tierra del fondillón
Un Bus del Vino, fincas con más de 300 años de historia, paseos por viñedos ecológicos, visitas a castillos y fortalezas, suculentas armonías, calas secretas, espectaculares montañas... Alicante, con la Monastrell como estandarte, es rica en microclimas y tesoros enológicos. Como el fondillón, un vino único en el mundo que se elabora con uvas de Monastrell sobremaduradas en la cepa y se cría en viejas barricas alicantinas mediante el ancestral sistema de soleras. Su magia atemporal, que atrapó a reyes, navegantes y artistas, es imperecedera, símbolo de una tierra generosa y hechicera.
La Ruta del Vino de Alicante desvela los secretos de este vino eterno, y del resto de elaboraciones amparadas por la D.O. Alicante, protagonizadas por la estoica Monastrell.
Tres provincias, cuatro Rutas del Vino, infinitas formas de beber copa a copa el espíritu mediterráneo.