- Redacción
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- 2012-03-01 09:00:00
Como su nombre indica, esta comarca de Tarragona es una zona montañosa donde el paisaje es abrupto y algunas villas se alzan a casi 1.000 metros de altitud. El primer atractivo es, pues, ese emocionante paisaje, desde cualquier ángulo y a cualquier hora de luz, desde el dramatismo del mediodía sin sombras al milagro del amanecer rosado y prometedor o la redención del ocaso que pinta de azul violeta la piedra, el cielo, los bosquecillos, las viñas milagrosas o los caprichosos cauces de agua.
Por eso hay que recorrerlo con los ojos abiertos al detalle, a pie o en bicicleta a lo largo de la vía verde en que se ha convertido el antiguo paso del ferrocarril, o en coche, pero explorando los empinados vericuetos y parando en cada ensanche -que se convierte en mirador- y en cada pueblo, donde resuena el taconeo sobre la piedra medieval que pavimenta las callejas y viste las casonas, los castillos, las murallas...
Las restauraciones son notables, el amor y el cuidado de los vecinos por su tierra, ejemplar, y el eje de la excursión que proponemos, tan sorprendente como inolvidable: la arquitectura modernista industrial, obra de la escuela de Gaudí con discípulos como Domenech i Roura, Josep Puig i Cadafalch, y sobre todo César Martinell, que a principios del siglo XX fue arquitecto oficial de la región. La zona aún aloja cooperativas agrarias, bodegas y almazaras. Calificadas con acierto como catedrales del vino, son una muestra de la alianza de lo urbano y lo rural cuando estética y racionalismo perseguían un mismo fin: el desarrollo humano. Después llegó la guerra, de la que el frente de Gandesa guarda amarga memoria en el monolito de la Batalla del Ebro, en su enclave panóramico.
La industria se hizo arte
La joya más brillante puede ser la cooperativa de Pinell de Brai, donde los osados arcos neogóticos atrapan el viento para refrescar la elaboración, y hasta las barandillas diseñadas por Martinell son prácticas tuberías. Pero no es la única: la de Espluga de Francolí es sede del Museo del Vino y todas merecen una visita: la Cooperativa de Vila-rodona, el Celler de Rocafort de Queralt, Montblanc, Pira, Alió Barberá de la Conca... Y entre una y otra, el Barranc de Pinell con sus casas colgadas, la piedra de Guimerá, el peculiar campanario de Farena y una gastronomía que convierte en memorable cada alto en el camino. En la copa, variedades como Garnacha Blanca o Samsó y vinos generosos muy originales.
DORMIR
Castell de Riudabella
Finca Riudabella, s/n
43430 Vimbodí (Tarragona)
Tel: 977 87 80 40 / 606 46 48 90
www.riudabella.com
Más que una casa rural. Con dos apartamentos confortables, piscina, jardín inmenso, comodidad e intimidad, TV, musica, barcacoa…
COMER
Restaurant Cal Travé
Carretera d’Andorra, 56
43412 Solivella (Tarragona)
Tel: 977 89 21 65
restaurant@sanstrave.com
De fonda a alta cocina, la familia ha sabido evolucionar sin perder las raíces, la artesanía de hacer su propio pan y elaborar el vino de sus propios viñedos, Vins i Caves Sanstravé.
Restaurante Rocafort
Plaza de la Iglesia 3
Rocafort de Queralt
Tel. 977 898 066
www.restaurantrocafort.com
Fue el café del pueblo y sigue en la familia. La hija del propietario conserva y renueva la cocina de la abuela, los caracoles, los canelones, la salsa romesco y en este tiempo, la típica calçotada.
VISITAR
Coop. Pinell de Brai
C/ Pilonet, 10
Pinell de Brai
Tel. 977 426 234
www.lacatedraldelvi.org
Martinell diseñó no solo el edificio sino cada detalle del proceso de producción.
Vía Verde
www.estaciodebenifallet.com
Punto de encuentro y alojamiento para cicloturismo.