- Redacción
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- 2001-11-01 00:00:00
En el Piamonte se conocen la Nebbiolo y la Barbera entre las uvas tintas, y la Cortese y Moscato entre las blancas. Con el vino Barolo, el Barbaresco y recientemente también el Barbera, esta región del norte de Italia se mueve incluso en la máxima categoría internacional. Pero el Piamonte tiene más que ofrecer: Dolcetto y Cía. están a punto de lograr el pase a la primera división.
Dolcetto quiere decir «dulcecito» en italiano. Sin embargo, sólo son dulces las uvas: el vino es muy afrutado, con un luminoso color rubí oscuro con reflejos violáceos. En el pasado se bebía joven y fresco, como un
Beaujolais. Pero hoy en día son cada vez más los vinicultores que, con una crianza más prolongada, intentan sacarle las cualidades que posee. Como el Barolo, el Barbaresco y también el Barbera cada vez son más caros, se prevé un futuro muy prometedor para el Dolcetto. Esta uva procede de siete zonas del Piamonte con denominación de origen. Sin embargo, aquí también hay muchas otras uvas interesantes. La región septentrional de Italia es rica en variedades autóctonas, que a menudo sólo se conocen en esa zona. De este modo se elaboran vinos como el Brachetto, con fragancia de rosas, el floral Freisa, el Grignolino con recuerdos de cereza y muchos más. Estas variedades son cultivadas por vinicultores que creen en ellas, y a menudo sólo en ellas.
Erbaluce: el oculto
En el norte del Piamonte, la desconocida Erbaluce es la principal variedad de uva blanca. Se cultiva sobre todo en las colinas de Canavese, al nordeste de Turín. El resto de la zona se caracteriza por los campos de cereal y arrozales, pero alrededor de la pequeña ciudad de Caluso la imagen cambia: las suaves elevaciones están plantadas con viñedos que, con sus largos pámpanos, crecen casi todos en pérgolas. La Erbaluce proporciona en Caluso un vino frutal ligeramente aromático, y también se utiliza para elaborar vino espumoso. Una especialidad es el Caluso Passito, en el que la uva se pasifica ligeramente. El resultado final después de tres años de crianza es un vino de postre de estructura aterciopelada, con sabor a miel y avellanas. «Probablemente, los antiguos romanos ya lo hacían así», explica el vinicultor Daniele Bianco. Y es que la historia del Erbaluce se remonta a aquellos tiempos.
Además de la bodega cooperativa, a la que suministran casi todos los productores, sólo existe una pequeña empresa representativa de la denominación de origen Erbaluce di Caluso. Pertenece a Renato Bianco y su hijo Daniel. En el patio trasero y en pequeñas bodegas de las callejuelas de Caluso elaboran toda la gama de productos Erbaluce: desde el vino blanco aromático y fresco hasta el espumoso o el Passito. Casi un 50% de las uvas empleadas para este último presentan podredumbre noble. Tras medio año de almacenamiento para su secado, se prensan. Después, el Passito sigue madurando parte en maderas nuevas y parte en madera antigua, y sale al mercado a los tres años. «Un exceso de madera no le sienta bien», afirma Daniele Bianco, el enólogo, «pero un poco resulta necesario». Del Passito sólo se producen 5.000 botellas. Y es que el Erbaluce es prácticamente desconocido fuera del Piamonte, por lo que los Bianchi venden sus vinos sobre todo en el ámbito local.
La familia es una entusiasta del Erbaluce. Roberto y Daniele enseñan orgullosos a los visitantes sus tres hectáreas de viñedos, situados en las afueras de la pequeña ciudad de Caruso, con cepas largas y colgantes. Daniele está convencido: «Hay Erbaluce en todo el norte del Piamonte, pero en ningún lugar resulta tan buena como aquí». Y añade cabizbajo: «Claro que a cambio no hay ninguna otra variedad que crezca bien». Pero, ¿quién necesita un Chardonnay si puede beber un buen Erbaluce?
Arneis: el aromático
La Arneis blanca es una antigua uva francesa. Hace mucho tiempo, el conde Roero la llevó a la zona de Canale. Desde entonces está afincada allí, en el oeste de las Langhe. Así lo cuenta al menos el vinicultor Roberto Damonte. Desde hace algunos años, en que también en Italia se piden blancos con más cuerpo, el Arneis hace furor. Se caracteriza por una baja acidez y un alto grado de azúcar: todos los vinos contienen cerca del 14% de alcohol. De las 36 hectáreas de viñedos de la finca Malvirà, propiedad de Dalmonte, 14 hectáreas están plantadas con Arneis. «La Arneis necesita mucho sol», explica. A partir de esta uva produce un vino básico y tres selecciones: el Renesio, el Trinità y el Saglietto.
Renesio es el nombre original de la uva Arneis. El vino fermenta y madura en depósitos de acero y se embotella después de unos 6 meses. Es aromático y complejo, con tonos de melocotón y nueces. El Trinità procede de un terreno único en la parte superior de la finca, en cuyo centro hay una pequeña iglesia. «El Trinitá crece en suelos arenosos, como junto al mar», dice Damonte. Fermenta y madura en grandes barriles de acero en un 80% y en toneles de madera en un 20%. El proceso dura alrededor de medio año. El Trinità tiene un bonito color amarillo pajizo, con aromas finos y especiados de flores y melocotón, pero también presenta notas de madera y vainilla. Es un vino que puede madurar. Por último, el Saglietto es un Arneis atípico. Permanece unos 10 meses en barricas de roble de 450 litros y envejece muy bien. En él, las notas frutales se unen a la madera y la vainilla.
Junto al Renesium, un vino de vendimia tardía con podredumbre noble, Damonte también produce un blanco fresco y afrutado de uva Favorita, como se denomina la variedad Vermentino en el Piamonte; también elabora el Treuve, una cuvée con un 60% de Chardonnay y un 20% de Sauvignon y Arneis respectivamente. «La Arneis es aromática, tiene una acidez fina, es una gran uva. La Favorita resulta ideal cuando es fresca y frutal», dice el vinicultor. «Pero ambas demuestran que, también en blancos, el Piamonte tiene más que ofrecer que sólo Cortese y Moscato».
Ruché: el misterioso
Los hermanos Biletta poseen ocho hectáreas de viñedos. Su Cascina Moncucchetto de Casorzo, en la zona de Asti, es un refugio para cepas autóctonas del Piamonte: en las suaves colinas se encuentran las variedades Malvasia, Barbera, Grignolino, Freisa… y la más desconocida de todas, la Ruché tinta. Es el gran amor de Carlo Biletta. «Es una uva antigua que siempre se ha cultivado aquí», explica, «mucho antes de que existiera la denominación de origen Ruché». Sólo unos cientos de metros separan Moncuchetto del límite de la denominación, pero es suficiente para que el Ruché de los Biletta no pueda llamarse Ruché. Por eso lo llaman Ruchetto. «No nos encanta, pero ¿qué podíamos hacer?». Sin embargo, la calidad del vino no se ve mermada por ello.
El Ruchetto del 2000 -naturalmente, elaborado con un 100% de Ruché- es un vino de color rojo claro con notas dulces y especiadas de fresas y rosas, agradable y armonioso. La vendimia tiene lugar a principios de septiembre. «Va muy bien con platos regionales como el ‘bollito misto’ (carne hervida) o la ‘pana cauda’ (un plato de boquerones con pimentón)», afirma Letitia, la mujer de Carlo. La vinificación tiene lugar en la Cascina Moncucchetto, la finca de los Biletta. Después, los vinos maduran en las bodegas de un Palazzo del siglo XVII en pleno centro de Casorzo, adquirido por la familia en la década de 1970. No se emplea madera en ninguno de los vinos, ni siquiera el Barbera.
Carlo Biletta rompe una lanza no sólo a favor del Ruché. También del Malvasia, el Freisa y sobre todo el Grignolino. «Yo siempre he creído en el Grignolino». Aunque reconoce que «es cuestión de gustos, porque es ligeramente astringente. Pero si no le molesta a uno, es un vino agradable y fresco». También el Freisa d’Asti es un vino exclusivo, de color rubí, con notas de violetas y bayas. Generalmente se elabora»frizzante», esto es, con algo de aguja.
Freisa: el frutal
Los hermanos Coppo, de Canelli, son grandes maestros del Freisa. Lo producen joven e incluso lo crían en barrica. Las uvas para este vino, llamado Mondaccione, crecen encaramadas sobre la pequeña ciudad de Santo Stefano Belbo -lugar de nacimiento del poeta Cesare Pavese-, en laderas empinadas a 300 metros de altitud. Este es el núcleo de la Moscato, pero la uva Freisa tiene una tradición casi tan antigua. Sin embargo, a diferencia de la Moscato apenas se planta ya.
En la finca de Mondaccione hay unas 6000 cepas viejas por hectárea. El vino se cría en madera durante 14 meses (un 80% en barricas nuevas y un 20% en antiguas), y otros 10 meses en botella. Desde 1998 posee una denominación de origen propia en las Langue. Paolo Coppo demostró que este vino puede envejecer cuando en 1992 descorchó una botella de Freisa de 1952 para celebrar el centenario de la bodega. «Ya no era lo mejor de lo mejor», ríe su hijo Gianni, «pero todavía podía beberse, con los finos aromas propios de la uva». Nosotros catamos un representante más joven, el Mondaccione del 97. Tiene nariz de madera, pero es fresco y limpio, con las típicas notas de violeta y el sabor a grosellas rojas. El 98 es ligeramente distinto, con mucho color, madera y fruta.
Los hermanos Coppo poseen 56 hectáreas de viñedos. La bodega se fundó en 1892; hoy, contiene 1200 barricas y aún se sigue ampliando. Naturalmente, el vino más importante de los Coppo es el Barbera, con el que vienen cosechando éxitos desde hace cierto tiempo. «Pero el Freisa también es un gran vino», afirma Gianni Coppo, «aunque por desgracia sólo lo conocen unos pocos».
Dolcetto: el ascendente
Hace tiempo que el Dolcetto no es conocido sólo por unos pocos como ocurre con el Freisa. Muchos vinicultores de la zona de las Langue ya lo han descubierto: por ejemplo Vaira, de Barolo, o Rocche Costamagna de La Morra. Sin embargo, allí sólo desempeña un papel de segundón tras el Nebbiolo. Más al sudoeste del Piamonte, en Dogliani, las cosas son distintas. Allí casi sólo se cultiva uva Dolcetto. «En ningún otro sitio se da tan bien como aquí», afirma Quinto Chionetti. Trabaja 14 hectáreas de viñedos, de las que 10 son de su propiedad, y produce 75.000 botellas. Quinto es uno de los pioneros de la vinicultura de calidad en Dogliani. Es vinicultor y enólogo, y en la actualidad dirige la bodega con su nuera Maria Astegiana, que se encarga de todos los aspectos comerciales. La bodega se encuentra sobre una colina, algo a las afueras del pueblo. Los únicos vinos de Chionetti son dos Dolcetto de terreno único: el Briccolero y el San Luigi crecen en dos laderas opuestas de una colina.
El San Luigi 1999 tiene un agradable color rubí brillante, es rico en taninos y presenta un aroma de bayas del bosque. Como muchos grandes Dolcetto, puede envejecer: Chionetti le pronostica de 10 a 15 años. El Briccolero 1999 presenta un color rubí transparente, tiene una nariz frutal y un paladar fino, armónico y largo, con aromas de escaramujo y frutos. También él promete un gran futuro. Las cepas del Briccolero tienen entre 20 y 25 años, mientras que las del San Luigi son algo más viejas. Ambos vinos se embotellan después de algo menos de un año en barriles de acero. Chionetti no tiene una sola barrica de madera en la bodega: apuesta por el acero. «Como mucho, un Dolcetto debería pasar un par de meses en un tonel de madera grande, pero en ningún caso en barrica», dice. «Tampoco concentramos, porque eso destruye el sabor». Y, con un destello en los ojos, añade: «En la vida hay que ser sincero en todo lo que uno hace». Tan sincero como sus Dolcetto.
Las uvas del Piamonte
El Piamonte abarca unas 60.000 has. de viñedos; existen 44 denominaciones DOC (denominación de origen controlada) y seis DOCG (denominación de origen controlada y garantizada). La mayoría de ellas están dedicadas a uvas de los «grandes vinos»: Nebbiolo, Barbera, Moscato y Gavi. Salvo la Dolcetto, que presenta una superficie de viñedo significativa en siete zonas DOC, la proporción de las variedades autóctonas -Freisa, Grignolino, Erbaluce y demás- es minúscula. Además, las variedades internacionales están avanzando, probablemente a costa de las cepas propias.
Otras voces:
Casi todas las grandes bodegas del Piamonte incluyen en sus productos toda una gama de variedades de uva. Pedimos a dos expertos –Piero Quadrumolo, de Terre da Vino, en Barolo, y Roberto Bava, de Bava y Casa Brina, en Cocconato– que nos dieran sus pronóstico sobre las cepas autóctonas del Piamonte.
Piero Quadrumolo: «La Nebbiolo y la Barbera son y seguirán siendo las principales uvas de la región, con las que también podemos tener éxito en el extranjero. También la Dolcetto tiene muchas posibilidades: nosotros producimos un Dolcetto d’Ovada, el Tenuta Magnona, y el Dolcetto d’Alba Roccabella. En cambio, creo que otras variedades nunca tendrán oportunidades más que en el mercado local. Por ejemplo, considero la Grignolino como una evolución negativa de la Pinot, sin gran sustancia».
Roberto Bava: «Para nuestra región, alrededor de Cocconato, la Barbera es la variedad más importante en la actualidad, después de un largo periodo en que no era demasiado apreciada. La Dolcetto casi ha conseguido alcanzarla. Pero ambas hacen sombra a otras variedades antiguas casi olvidadas, que ya apenas se plantan: por ejemplo la Ruché, la Freisa, la Malvasia o la Bonarda, cada una con sus propias cualidades. En nuestra bodega Casa Brina intentamos potenciar precisamente esas uvas».