- Redacción
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- 2001-11-01 00:00:00
En estos tiempos vitivinícolas, cuando uno de los baremos de calidad de un vino se cifra en la escasa productividad de sus viñas, cuando los elaboradores más cuidadosos podan con saña, tacañean el riego y compiten en crueles fórmulas de estrés para las plantas, Lanzarote ostenta sin orgullo su récord eterno, su récord histórico. Allí, en el escenario oscuro de luna nueva, mimado por el genial artista César Manrique, el rendimiento por hectárea no supera, según las zonas, los 1.000 ó 1.500 kilos de uva, y la dependencia del clima es tal que un antojo del viento supone multiplicar o dividir por tres la producción anual.
Oscila de una a otra vendimia entre los 3 millones y menos de un millón de kilos, pero a despecho de las cifras, el viñedo es tan definitorio en el paisaje como las esculturas volcánicas del Timanfaya, y tan importante para la agricultura como para exigir ingenio y esfuerzos sobrehumanos.
Quien lo vio no lo olvidará. Para cada cepa el agricultor ha elegido un lecho de ceniza porosa, capaz de absorber la escasísima lluvia o el rocío nocturno, ha excavado en la oscura ceniza volcánica un hoyo en forma de embudo hasta encontrar, un metro o dos más abajo, algo de tierra nutricia. Desde el fondo reptan los sarmientos, y el verde de los pámpanos refulge como una esmeralda en terciopelo negro. Alrededor, para proteger la planta de los vientos y de la arena, se alza hasta casi un metro un muro circular o semicircular de piedra.
El montaje es esforzado, el mantenimiento constante, tenaz, y el resultado tiene esa belleza dramática que caracteriza a la lucha simbiótica del humano frente a la naturaleza omnipotente.
Pero además, sea poco o menos, el resultado final es el vino. El Consejo Regulador es oficial desde finales de 1993, y contribuye tanto a la normalización y a la garantía de procedencia y calidad como a hacer evolucionar el anquilosamiento y las rutinas de lo folklórico. Así van pasando a mejor vida los antiguos vinos alcohólicos, blandos y sobremaduros para dejar paso a otros aromáticos y vivos, procedentes de vendimias tempranas y de uvas maduradas en su punto. Detrás están la variedades y los terruños: La Geria, Masdache, Tinajo, Ye-Lajares. El viñedo más precoz de Europa, el que se cosecha en julio y se descuba cuando el Beaujolais, que presume de temprano, aún no apunta el envero en la parra.
La mayoría son vinos blancos, malvasías jóvenes o un punto dorados; aromáticos y maduros de la variedad Diego. De las tintas salen vinos tintos de capa media y preciosos rosados color grosella, plenos de fruta, largos y frescos. Y, puesto que con el minifundio perviven elaboraciones artesanales, el catálogo se enriquece con vinos rancios, generosos y moscateles licorosos.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador: C/ Arrecife, nº 9
35550 San Bartolomé de Lanzarote (Las Palmas)
Tel. 928 52 10 48 Fax. 928 52 13 13
www. denominacionorigenlanzarote.com
Presidente: Miguel Martín Betancort.
Secretaria: Nereida Pérez González.
Superficie de viñedo inscrita ..................................... 2.289 has.
Registro viticultores ...................................................... 1.688
Variedades más extendidas:
Blancas: Malvasía, Listán Blanco, Moscatel, Diego, Burra Blanca.
Tintas: Listán Negra, Negramoll.
Producción 2000: 3.101.514 Kg.
Calificación últimas cosechas: 97 (MB), 98 (B), 99(MB), 00(MB).