- Redacción
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- 2001-12-01 00:00:00
Todo comenzó con un milagro que, si la historia no lo refutara, podría achacarse al vino. Un paisano, un payés de Poboleda -apenas un caserío en el S.XII- soñó que de aquel campo surgía una escalera por la que los ángeles subían y bajaban desde el cielo. El monarca aragonés Alfonso I el Casto aprovechó el éxito de la surrealista visión para instalar en el territorio un monasterio que reforzara la reciente reconquista. Así se afincó a los pies del Montsant la orden de San Bruno y el dominio del Prior de la Cartuja, bautizada como Scala Dei, sobre los siete pueblos circundantes. De ahí el nombre de Priorato.
Con los monjes llegaron de Europa las primeras vides y muy pronto creció la fama de unos vinos con vocación celestial. Son la respuesta a un suelo y un clima tan difíciles como idóneos para la calidad de la uva. Un territorio escarpado donde los viñedos se salpican en pendientes laderas o en pequeñas terrazas, donde la productividad de viñas viejas apenas supera los 1.000 Kg. por hectárea, y donde los 13,5º reglamentados como mínimo de alcohol se superaban frecuentemente hasta los 18º.
Lo que fue un lago interior, y hoy enmarca el valle del Siurana y sus afluentes, es terreno pizarroso, aireado, un poco ácido y con apenas un 2% de materia orgánica, salpicada de hierbas perfumadas, de romeros y tomillos, de almendros y olivos. Del cielo recibe poca agua -500 mm. anuales-, un sol mediterráneo que en verano eleva la temperatura hasta los 40º y un viento seco, el seré, que puede enfriar esas mismas noches hasta los 10º C. Nada mejor para madurar las uvas, para concentrar sus aromas y fortalecer su estructura hasta el momento de la vendimia.
Pero esa potencia que tanta fama le dio en el pasado, que sostuvo una floreciente exportación a Francia, Italia e incluso Rusia y que cimentó la riqueza que aun reflejan añosas mansiones en la región, había pasado casi al olvido, eclipsada por la dificultad y el bajo rendimiento, de forma que el viñedo se fue sustituyendo por la almendra, la avellana y la oliva.
Solo la constancia de tres marcas ha conservado el peculiar estilo hasta la reciente revolución, cuando visionarios jóvenes, pero con experiencia enológica, eligieron simbólicamente el exilio a los terrenos de la Cartuja. En sus manos, los nuevos Prioratos han extraído la potencia de las garnachas y han resucitado viñedos desahuciados. A la vez, nuevas plantaciones de Cabernet, Merlot y Sirah personalizan y distinguen los tintos con el sello de cada bodeguero. Y es una personalidad y una calidad inconfundible, la que se ha ganado en el último decenio un puesto de honor entre la demanda más caprichosa y más conocedora de todo el mundo.
El Consejo Regulador se afana en este paso fulgurante, en este despertar de la bella durmiente a los primeros puestos de la calificaciones y los precios.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador: C/ Bassa 9
43737 Torroja del Priorat (Tarragona)
Tel. 977 83 94 95 Fax. 977 83 94 95
E.mail: crdopriorat@inicia.es
Presidente: Salustiá Álvarez i Vidal.
Secretario: Rodolfo Basualdo Martínez .
Superficie de viñedo inscrita ..................................... 1.445 Has.
Registro bodegas embotelladoras............................. 40
Variedades más extendidas:
Blancas: Garnatxa blanca, Macabeu, Pedro Ximénez, Chenin blanc.
Tintas: Garnatxa Negra y Peluda, Carinyena, Merlot, Sirah, Cabernet.
Producción 2000: 1,5 millones de l.
Calificación últimas cosechas: 96 (Ex), 97 (B), 98 (Ex), 99 (MB), 00 (Ex)