- Redacción
- •
- 2002-06-01 00:00:00
A finales de 1996 tomaron forma oficial lo que fueron los viejos vinos cantados por el Arcipreste de Hita o el Marqués de Santillana. Viejos vinos de Guadalajara, de una bella comarca como son las antiguas tierras de Mondéjar que gozan del dulce riego de las aguas del Tajuña y se extienden, por suelos profundos, calizos y suavemente inclinados a una altitud media de 800 metros, bajo un clima continental, arquetípico. Allí, en veinte municipios de nombres tallados en piedra, al sur de La Alcarria, las viñas sobreviven bajo la eterna amenaza de la helada.
La historia recuerda vinos que calmaron las fatigas de pecheros y menestrales de esta tierra y de la cercana villa de Madrid. Pero que también despertaron la alegría en fiestas palaciegas de Mondéjar, de Pastrana y de Guadalajara, y en los nuevos palacios y en el viejo alcázar de Madrid a finales del siglo XVI.
Los que hoy son viejos viñedos debieron de plantarse en estas tierras a partir de la reconquista castellana, aunque todo hace pensar que existía el viñedo desde antiguo y que los mozárabes y los judíos lo mantuvieron durante el periodo musulmán, pueblo que, aunque tenía prohibido el consumo del vino por la ley coránica, fue amante y permisivo con esta bebida, que ofrece salud y fortaleza.
Los grandes monasterios colaboraron en una pronta difusión, y mucho debió influir el cercano cenobio de Lupiana, lugar donde nació la orden de San Jerónimo que, como todas las órdenes medievales, fueron grandes propagadoras del cultivo de la vid y de la cultura vinícola en Castilla. Estas tierras cargadas de historia estuvieron vinculadas desde el siglo XII a la Orden de Calatrava, orden religiosa y militar, durante siglos estuvieron bajo dominio musulmán, y experimentaron un fuerte desarrollo agrícola a partir del siglo XVI. Desarrollo que influyó en el arte, en su agricultura y en la incipiente industria, vinculada, en especial, al viñedo y al olivar. De esa riqueza nace el urbanismo que conservan sus pueblos, y por entonces se engrandeció, beneficiado por la construcción de nuevas casas y palacios, nuevos conventos, instituciones hospitalarias, edificios para albergar consejos o ayuntamientos e impresionantes iglesias que definen el paisaje de estas tierras.
Los vinos que el vecino Cela describió como “de muy suave y gustosa embocadura” son tintos, rosados y blancos. Tintos de Cencibel equilibrados y aromáticos que evocan grosellas y frambuesas maduras, o violáceos de Cabernet que se crían con acierto. Blancos frescos donde el recuerdo anisado de la Malvar se aúna con la frutal Macabeo y los potentes aromas que aquí desarrolla la Torrontés.
Desde la memoria viva de las viejas tradiciones vinícolas, las bodegas y los municipios más progresistas están incorporando nuevas y pulcras tecnologías, y acordes métodos de elaboración y crianza. Los antiguos vinos son, hoy, con mayúscula, Vinos de Mondéjar, demandados por su calidad y peculiaridad en grandes y cualificados mercados, no sólo nacionales, sino que cada día se abren un hueco en el exterior, especialmente el el difícil mercado que es Europa.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador: Pza. Mayor 15.
19110 Mondéjar (Guadalajara).
Tel. y Fax. 949 385 284
E-Mail: crdom@crdomondejar.com
Presidente: Eusebio Mariscal.
Secretario: Félix Torres.
Registro bodegas ............................................... 5
Superficie de viñedo.............................. 3.000 Has.
Superficie inscrita en la D.O.................... 860 Has.
Variedades autorizadas:
Tintas: Cencibel (Tempranillo), Cabernet Sauvignon.
Blancas: Malvar, Macabeo, Torrontés.