- Redacción
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- 2005-10-01 00:00:00
Utiel-Requena se encuentra ante el periodo más crucial de su historia. Todo el mundo quiere cambiar, desde los colosos que elaboran millones de botellas hasta los pequeños propietarios de apenas unos millares. Ambos se enfrentan a la masificación del granel, que sigue dominando en esta prometedora comarca. Cuando viajo al levante por la carretera de Valencia me gusta admirar la naturaleza tortuosa y magnánima que a los ojos del viajero hace de frontera natural entre Castilla-La Mancha y el reino de Valencia. Sin embargo, aunque la línea marcada por el Cabriel, sinuosa, brava, increíblemente hermosa, define la frontera geográfica, Castilla todavía se percibe en el modo de vivir y de hablar en las localidades que componen esta comarca cuya cabeza corresponde a Requena. La región es esencialmente vitícola, no hay rincón donde las cepas no dominen el paisaje o el paisanaje no entienda de cómo arreglar una viña. Tan omnipresente es su cultivo en estos pueblos que sería una catástrofe si, por algún desastroso motivo, sus más de 40.000 hectáreas de viñedo se perdieran. La inmensa mayoría de la viña está poblada de cepas de uva tinta (hasta un 93%). La variedad Bobal es la que marca la diferencia, la que impone la personalidad en los vinos de la zona. Y no es que tuviera la fama de las grandes o que su disposición al buen vino fuera relevante. Hasta ahora estaba considerada como uva de mucho mosto y poca nobleza, pero allí, en su terruño, surgieron sus primeros defensores, y ellos han demostrado que se pueden lograr grandes resultados cuando se le trata adecuadamente. El mar en el camino del vino Desde tiempos ancestrales el levante español ha vivido de cara al mar. Sus puertos obran de enlace de civilizaciones, y a partir de ellos el comercio ha surgido siempre de forma natural y fluida. Los emprendedores Gandía ya en 1885 fundaron una bodega en pleno Grao de Valencia desde donde surtían a buena parte de la Europa devastada por la filoxera. Hoy es la mayor empresa de la comunidad valenciana, y la última generación lleva la misma dinámica que en aquellos inicios. Javier Gandía nos cuenta que «mi bisabuelo puso allí la bodega para surtir la gran demanda de grado y color que desde Francia, Suiza o Alemania reclamaban constantemente. Después, mi abuelo siguió sus pasos, y la empresa creció considerablemente, pero mi padre, ya en los años 60, se lanzó con el primer embotellado. Mi abuelo se asustó bastante porque aseguraba que el negocio estaba en el granel, que era lo que ellos dominaban y lo que mejor conocían. Muy al contrario, el primer vino embotellado, el Castillo de Liria, tuvo tanto éxito que las instalaciones del puerto quedaron pequeñas y nos tuvimos que trasladar a Chiva. Ya en los años 90 compramos la finca de Hoya de Cadenas, 75 hectáreas de viñedo, Tempranillo y Bobal, pero para nuestro proyecto necesitábamos más y distintas. Plantamos Merlot, Cabernet, Chardonnay y alguna mas. Había que construir la bodega para elaborar vinos modernos, vinos que demanda hoy el consumidor. Debería, asimismo reunir las condiciones para elaborar un producto de calidad que proveyera holgadamente la demanda de nuestro mercado, ya de considerable dimensiones, pues ya estábamos presentes en 75 países». Gandía es un buen ejemplo de empresa moderna, con una amplia gama de vinos de impecable presentación y una línea de vanguardia realmente espléndida, tanto el primer vino que apareció en el mercado, el Ceremonia, como el Generación I, o el presentado recientemente: el Miracle. El enclave de sol No es fácil llegar a Bodegas Murviedro en las afueras de Requena. Y eso que, a modo de una fortaleza de película del futuro, sus grandes y esbeltas torres de acero inoxidable se ven desde kilómetros de distancia. Pero una vez en el lugar, el forastero se encontrará con una de las bodegas más modernas y mejor equipadas de España. Aquí nos esperan Pablo Ossorio y Michel Grin, enólogo director técnico y director general respectivamente, para enseñar todos sus poderes, que son muchos. Elaboran mas de 16 millones de kilos de uva de los que salen alrededor de 15 millones de botellas. Ofrecen muchos tipos de vino de las tres denominaciones de origen valencianas (naturalmente, buscando en cada uno de ellos su personalidad y una presentación muy cuidada). La empresa tiene raíces suizas y se nota por la buena organización y, sobre todo porque se exporta hasta el ¡93% de la producción¡ Bodeguero por casualidad La vieja casona de Mari Carmen y Emilio Clemente luce una restauración perfecta. Tanto que el ambiente parece trasladarnos al siglo pasado, a una casa de campo donde el autoabastecimiento era la tónica. Cuentan los que han seguido y trabajado minuciosamente la restauración que el edificio posee misterios muy jugosos, que hay escaleras secretas que suben directamente desde las cuadras a las habitaciones, lo que permite pensar en aventuras inconfesables por parte de sus antiguos moradores. La realidad es que hoy se trata del lugar de trabajo de un grupo de personas muy ilusionadas, tanto los dueños, Emilio y Mari Carmen, como la enóloga Sonia Llorente o Joan Martín, el director. Su transformación en bodega y su sede social está muy bien meditada. La compró Emilio, su actual propietario, porque necesitaba un lagar para transformar sus uvas en vino. La afición a la caza le hizo comprar una magnífica finca en plenas hoces del río Cabriel. Con el tiempo pensó que le debería dar mayor utilidad, que sirviera para algo más que como coto de caza. Después de fracasar con diversos cultivos, probó con lo único que le faltaba: la vid. El especial microclima que envuelve a aquella finca hace que la vendimia se adelante quince o veinte días, justo cuando las bodegas de los alrededores no han abierto todavía sus puertas. Gracias a estas afortunadas circunstancias, Emilio Clemente es uno de los bodegueros más adelantados de la Denominación de Origen. Tempranillos delicados, Merlot muy maduro y excelentes Cabernets surten la materia prima para elaborar sus vinos. La fe en la Bobal La mayoría de los integrantes de la bodega Dominio de la Vega proceden de Torre Oria. Hasta siete de ellos, desde Daniel Expósito el imaginativo enólogo hasta el director Álvaro Faubel. Dicen ellos que la filosofía de unos y otros eran distintas. Compraron un antiguo caserón/bodega del siglo XIX, llamado la Casa del Conde, y comenzaron a elaborar una cantidad manejable. La producción sigue en aumento, pero siempre de forma controlada. Unas 200.000 botellas es la previsión para esta campaña, de las que el 50% será espumoso. El cava que elabora Dani nos parece el más expresivo de los que se degüellan en la comarca, pero resulta admirable su trabajo con la Bobal. El vino top de la bodega, «Arte Mayor», que estará a punto de salir a finales de año, es un ejemplo de vino moderno, sustancioso, sin caer en la pastosidad, colmado de sugerentes aromas balsámicos, especiados, frutosos... y todo con la Bobal como base. Y eso no es todo. Con su esposa Mapi Domingo, también enóloga, ha pergeñado un Bobal excelente, hasta ahora elaborado en un garaje auténtico, con no más de 3.500 botellas, llamado «Arras de Bobal», de parecidas características. Por motivos que me veo incapaz de digerir, se comerzializa como «vino de mesa», una categoría generalmente desprestigiada. En proporciones similares de producción se encuentra la propiedad del inglés Phillip Diment. Su Casa del Pinar es un tranquilo lugar para descansar y comer bien, o curar el estrés. Y además elabora un excelente vino, tan suave y elegante que trae recuerdos borgoñones. Caminos de libertad A Antonio Carrión no le gustan los corsés. Por eso no se sujeta a la disciplina de la Denominación de origen. Piensa que, para hacer un gran vino, el ingenio y la libertad deben volar al unísono. Por ello, y a pesar del amor que le profesa a su tierra (o, según él, precisamente por ese motivo) a la viticultura y a la Bobal, ha surcado por el mar de vino en solitario, sin que el más leve hilo de seda coarte su viaje. Cuando su afición al vino le llevó a emprender una aventura extraña a su oficio tenía las cosas tan claras que solo a podía llevarlas a cabo a su manera. Nadie, ni siquiera su familia, pudo convencerle de lo contrario. Hoy su hacienda, que se extiende hasta 220 hectáreas, es un orgullo para la enología y la viticultura. En el 2003 le fue concedida la «Indicación Geográfica Vino de la Tierra El Terrerazo» en exclusiva para su finca. Sus vinos, tanto el Quincha Corral como el Terrerazo o el Mestizaje, son muy valorados por los gurús de la crítica mundial. Honor al apellido Rodolfo Valiente se ha metido de lleno en el difícil mundo de los experimentos para tratar de hacer un producto diferente. En sus 60 hectáreas de viñedo se pueden encontrar cepas tan extrañas al lugar como la Nebbiolo o la Riesling, plantadas como experimentales, claro está. Lo que no cabe duda es que sus vinos tienen espíritu aventurero, y el «Pago de los Balagueses» de Merlot es un manual de vino moderno, bien cubierto, concentrado y fino. Asimismo, en otra bodega llamada Pago de Tharsys, antes Dominio del Arenal, trabajan personas decididas. Vicente García y Ana Suria, que han determinado que se puede hacer un buen vino de Albariño en estas calurosas tierras. Su vino blanco «Vendimia Nocturna» está hecho, como su nombre indica, con uvas recogidas de noche para aminorar el impacto negativo del calor diurno en la vendimia. Como Vicente es un especialista en espumosos, no en vano ha trabajado en bastantes bodegas dedicadas al cava, elabora uno que ha suscitado el entusiasmo en Enoforum, el encuentro nacional de enólogos. Su espumoso Pago de Tharsys fue el favorito de los más de ochenta profesionales allí presentes. Hablando de cava, entristece visitar Torre Oria, porque ofrece una imagen un tanto decadente y se percibe un clima de abandono. Y sorprende, porque a la casa le cabe el honor de ser la defensora del cava «en tierra de infieles», fuera de los tradicionales territorios del cava al norte del Ebro. Cosas veredes amigo Sancho. Agenda DE VIAJE Restaurantes El mesón del Vino Tel 96 230 00 01 Avda Arrabal, 11 46340 Requena (Valencia) El clásico, ofrece la lista completa de los vinos de la D.O. Utiel-Requena. Luis Serrano aconseja qué comer con cada uno de ellos. El Carro Héroes del Tollo, 21 Utiel (Valencia) Tel. 96 217 11 31 elcarroutiel@hotmail.com José Luis Fernández (mâitre) y Maribel Martínez (la jefa de cocina) satisfacen nuestro apetito con maestría. 245 referencias de vino en su carta. El mejor restaurante de la comarca. Hoteles Hotel Doña Anita Plaza Albornoz, 15 – 46340 Requena (Valencia) Tel 96230 53 47 casadeanita@tubal.net Antonio y Ana Carla llevan con primor este hotel en el barrio medieval. Habitaciones cuidadas, cocina clásica con guiños a la cocina creativa. Casa del Pinar Ctra. Venta del Moro-los Isidros, km. 7 – 46331 Venta del Moro (Valencia) Tel. 962 13 91 21 diment@wanaoo.es • www.casadel pinar.com Casa rural con seis habitaciones. Para disfrutar de la paz que ofrece el viñedo sin que ningún ruido dificulte nuestro descanso. Cocina exclusiva y con buena materia prima. El único inconveniente es que hay que reservar con antelación. Fausto Pozuelo, Presidente de la DO. Utiel-Requena «No salen los números» Es difícil llevar las riendas de una zona que se debate entre viejas tradiciones mercantiles del granel y la nueva generación que ambiciona el puesto de relevancia en el mercado internacional. Doble mérito tiene Fausto Pozuelo, Presidente de la Denominacióón de Origen Utiel-Requena, y viticultor. ¿Cómo se conjuga ser juez y parte? Bueno, en realidad yo no elaboro vino, solo vendo la uvas a bodegas de la comarca. Como viticultor, ¿cuáles son los problemas más acuciantes a los que se enfrenta? El problema mayor es que estamos trabajando por debajo del costo de la uva. No salen los números de ninguna manera, perdemos dinero. Se producen abandonos de explotaciones y es una verdadera pena, porque se arrancan las cepas más viejas, las que menos fruto dan. Lógico si se pagan todas al mismo precio. ¿Qué política habría que aplicar en la DO, donde el cooperativismo representa el 75% de la producción ? Pienso que las cooperativas deben reorganizarse con urgencia, porque toda su producción es prácticamente vendida a granel, no aportan nada al sector de embotellado. Si exceptuamos a Coviñas o la cooperativa de Las Cuevas, las demás no ven, al menos por ahora, la necesidad de renovarse. ¿Qué porvenir les espera a las bodegas pequeñas, en un mundo dominado por las grandes? El futuro es de ellas, porque elaboran vinos capaces de hacer que se fijen en nosotros como zona de calidad. Y el número de botellas vendidas aumenta en cada campaña. ¿En qué les afectará la nueva ley del vino? Los problemas principales, como son la separación del control y la gestión, los tenemos solucionados. Siempre han sido órganos independientes. Por otra parte, se ha perdido una buena ocasión para eliminar el corsé de los períodos de crianza, reserva y gran reserva, que en estos tiempos de competencias es un handicap. ¿Deberían olvidarse esas categorías y dedicarse a hacer marcas? En realidad, al final es el consumidor el que acepta o no el estilo de vino. Nosotros tratamos de ser imaginativos, y por ello hemos creado un tipo de vino al que le llamamos «madurado en barrica», sin cortapisas en cuanto al tiempo de crianza, y que tiene una gran aceptación entre el público.